09 Marzo 2008
Formar parte de una minoría opositora en el contexto de un oficialismo hegemónico puede resultar frustrante si como político se tienen expectativas en lo inmediato. Pero es una gran oportunidad si se piensa la política desde una perspectiva estructural y no desde la búsqueda estrecha de espacios de poder.
Estamos marcando pautas, brindando testimonios y señalando los desaciertos, que servirán de base para los lineamientos de una alternativa superadora de esta etapa histórica dominada por el alperovichismo. Que, irremediablemente, ha de acabar.
Es preciso tomar debida nota de la ausencia de estructuras políticas que por sí mismas puedan suplantar al actual esquema y, en ese sentido, en el afán de construir, hemos de despojarnos de prejuicios que vienen del siglo pasado, para fijar la vista en el porvenir. Con pequeños gestos, iremos cimentando la confianza que nos permita convivir en la aspereza del llano, para sumar voluntades no sólo provenientes del campo político, sino de todos los sectores de la sociedad.
Debemos aportar para reconciliar a la gente con la política, avizorar un esquema de futuro gobierno que tenga por propósito principal incluir a amplios sectores de la población, debilitados por la pobreza y la falta de educación, convirtiéndolos de clientes del Estado en ciudadanos de una República. Para eso hace falta mirar no sólo las próximas elecciones, sino fijar políticas de Estado para varias generaciones futuras.
Estamos marcando pautas, brindando testimonios y señalando los desaciertos, que servirán de base para los lineamientos de una alternativa superadora de esta etapa histórica dominada por el alperovichismo. Que, irremediablemente, ha de acabar.
Es preciso tomar debida nota de la ausencia de estructuras políticas que por sí mismas puedan suplantar al actual esquema y, en ese sentido, en el afán de construir, hemos de despojarnos de prejuicios que vienen del siglo pasado, para fijar la vista en el porvenir. Con pequeños gestos, iremos cimentando la confianza que nos permita convivir en la aspereza del llano, para sumar voluntades no sólo provenientes del campo político, sino de todos los sectores de la sociedad.
Debemos aportar para reconciliar a la gente con la política, avizorar un esquema de futuro gobierno que tenga por propósito principal incluir a amplios sectores de la población, debilitados por la pobreza y la falta de educación, convirtiéndolos de clientes del Estado en ciudadanos de una República. Para eso hace falta mirar no sólo las próximas elecciones, sino fijar políticas de Estado para varias generaciones futuras.