El líder Atlético es un equipo que sabe lo que quiere

El líder Atlético es un equipo que sabe lo que quiere

Sólo por la gran actuación del arquero de Sarmiento, el "Decano" no resolvió antes el partido. El muy merecido triunfo lo mantiene invicto y en la punta.

EL PRIMERO. Ignacio Maestro Puch debutó en la red con un golazo que selló la victoria del Decano EL PRIMERO. Ignacio Maestro Puch debutó en la red con un golazo que selló la victoria del "Decano" LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

“Lo trabajamos al partido” dijo Guillermo “Bebé” Acosta segundos después de los más de 100 minutos frenéticos de juego en el Monumental “José Fierro”. Sin dudas, una frase justa la del capitán de Atlético. Y no sólo lo trabajaron: se lo pusieron a lomo, atacaron todo el tiempo a un híper defensivo rival como lo fue Sarmiento, dominaron campo y pelota y se resistieron a frustrarse cuando una y otra vez Sebastián Meza (el arquero que más atajadas tiene en la Liga Profesional) aparecía con sus manos para impedir una ventaja que el local merecía ampliamente.

Minuto 40 del segundo tiempo. Tanto ir al cántaro (llámese arco) y no encontrar agua (gol), no amenazó jamás con quebrar al “Decano”. Voluntad de hierro. Una tenía que entrar. Se sentía en el aire. Las gargantas, calientes de tanto aliento, lo estaban pidiendo.

La acción tomó un poco por sorpresa a todos. Con Sarmiento y sus 11 jugadores atrás, llegó un saque lateral. La caldera celeste y blanca, la del aliento ensordecedor, abrió grande los ojos. La pelota enviada por Martín Garay fue a parar a zona de fuego, Augusto Lotti que la acaricia de cabeza y la descarga en en Ignacio Maestro Puch. De pecho la acomoda, se saca de encima a un defensor y frota una lámpara de zurda. El remate se clavó en el ángulo del arco de Meza. Golazo.

Toda fiesta tiene un momento de mayor emoción. El que generó el juvenil delantero que volvió a ser citado por Javier Mascherano a la Selección Sub-20 vino no sólo a acentuar el aliento ensordecedor, sino que significó un acto de justicia en un partido que Atlético -como le pasó hace pocos días ante Aldosivi en Mar del Plata-, debió definir por varios goles de diferencia.

Lo de Sarmiento fue un planteo defensivo (ya se dijo), pero también tuvo algo de dignidad, por haber rematado en alguna ocasión (al principio del partido) al arco defendido por el eficiente Carlos Lampe, que dicho sea de paso sumó su cuarto juego consecutivo sin recibir un gol.

Luego de ese inicio sin demasiado volumen de juego, el “Decano” se fue acomodando. El circuito de juego que generan habitualmente Joaquín Pereyra y Acosta empezó a fluir y la cancha se fue “inclinando” para el lado de Meza. El “Decano” no sólo fue ganando metros, sino también tiempo de posesión de balón.

Ese fue el período en el que el arquero del visitante fue una piedra en el zapato del local. Ramiro Ruiz Rodríguez, Ciro Rius, Ramiro Carrera, Pereyra y Acosta así lo pudieron certificar, en jugadas con menor o mayor peligro, con remates de cerca o de lejos, que el misionero de 22 años se encargó de desbaratar.

Quedó claro entonces que sólo la impericia de Atlético para vulnerar a Meza hizo que el partido se cerrara en su primer tiempos sin goles.

Que al equipo de Lucas Pusineri le estaba faltando fineza en los metros finales para romper lo cerrado del esquema de línea de cinco dispuesto por los de Junín tuvo más capítulos en el complemento. A esa altura de los hechos, con tener el dominio en el medio, con la firmeza en defensa y con la generación de jugadas de peligro no alcanzaba para romper el cero.

Entre los 4’, cuando Rius se perdió el gol y los 18’, cuando lo intentó Carrera, hubo cuatro oportunidades desperdiciadas. Ya no sobraban espacios y el reloj corría. Para peor, a los 24’ Carrera fue detrás de una pelota en el medio, quiso pisar y se le clavó el pie: sus gritos de dolor se escucharon en los cuatro costados del Monumental. El parte médico sugiere un esguince, por traumatismo en el tobillo derecho. Hoy se le harán estudios para determinar con exactitud la gravedad de la lesión.

Seis minutos después, gol anulado a Matías Coronel por fuera de juego. Las brujas no existen, pero que las hay... Y entonces apareció lo de Maestro Puch. Y fue locura. Al rato, el juvenil se perdió el segundo después de un “jugadón” del equipo. Pero no importó. Los corazones calientes de las tribunas y del campo de juego ya habían encontrado la medicina por la que laten. El “¡Dale De!” fue grito de alivio, de sentirse punteros e invictos y, por sobre todas las cosas, de reconocimiento para un equipo valiente que sabe lo que quiere.

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