Del plan que a Scaloni le salió a la perfección a las figuras de una victoria soñada y para ilusionarse

Del plan que a Scaloni le salió a la perfección a las figuras de una victoria soñada y para ilusionarse

Las claves de la goleada que metió a la Argentina en la gran final del Mundial de Qatar 2022.

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1) Fue una media hora tensa, pareja, con buenos movimientos croatas en los 15 minutos iniciales. Así se escribía la historia de la semifinal. Era, a fin de cuentas, el trámite que se esperaba, un duelo de mitad de cancha que se rompería por detalles. Y ese detalle fue un pase perfecto de Enzo Fernández a Julián Álvarez, justo cuando el rival había quedado desacomodado. Dominik Livakovic ya sabía que le cometería penal cuando Julián se metió al área, porque no iban a patearle al bulto. La cuestión para el arquero era impedir que lo gambetearan. El italiano Daniele Orsato cobró sin dudar ni mirar nada en el monitor del VAR. Y Messi puso la pelota en un ángulo. Así se quiebra la paridad de un partido, así se edifica el camino hacia la final de la Copa del Mundo.

2) La fortaleza croata radica en ese muro de cinco buenos jugadores que dispone en la zona de volantes. Luka Modric marca el compás, mientras Ivan Perisic, Marcelo Brozovic, Mateo Kovacic y Mario Pasalic bailan a su alrededor. Así habían maniatado a Brasil en cuartos de final. Lionel Scaloni entendió que debía plantar batalla allí, y que el camino no era la línea de cinco ni el trío de delanteros. Le devolvió entonces la titularidad a Leandro Paredes, soltó un poco a Enzo y exigió un esfuerzo descomunal de Rodrigo De Paul y de Alexis Mac Allister por las bandas. La consigna fue mantener la concentración, no darle un centímetro al buen pie croata, ocupar los espacios y quitar rápido para pasar al ataque. El plan salió a la perfección una vez que Enzo le sacó el jugo a una de esas recuperaciones y puso a correr a Julián rumbo al penal.

3) La segunda estocada fue poco después del gol-récord de Lionel Messi (máximo anotador argentino en la historia de los Mundiales, con 11). Julián capturó la pelota en el círculo central, antes de cruzar la línea de mitad de cancha, y electrizó al estadio Luseil. Lanzado como un rayo, zigzagueando cortito, atropellando los rebotes y definiendo perfecto ante Livakovic, Julián marcó un gol extraordinario, nada menos que el cuarto de su cosecha en la Copa. Hay una foto aérea, publicada en Twitter, en la que se aprecia toda la elasticidad de Julián cuando estira la pierna para empujar la pelota a la red. ¿Cuál será el techo de este chico?

4) A partir de allí fue el partido soñado, un pleno control argentino de lo que pasaba en la cancha. Croacia tiró al arco por primera vez a los 44’ y tapó Emiliano “Dibu” Martínez abajo. Entonces la historia del segundo tiempo quedó clarísima: avances croatas con escasa o nula profundidad y pasajes de muy buen juego de la Selección cuando logró triangular, cambiar de frente, dormir las acciones o acelerarlas. Salió Paredes a los 15’, muy aplaudido, y Scaloni se dio el gusto de armar su línea de cinco para la última media hora, con Lisandro Martínez como estandarte. Y cuando Messi le explicó al mundo por qué mira al resto desde el trono - sirviéndole el tercero a Julián- ya no hubo motivos para temer lo que parecía el karma de la Selección. Esa tercera conquista, rúbrica de la goleada, logró lo que tanto se le reclamaba al equipo: que supiera cerrar un partido con comodidad, sin sufrimiento.

5) En defensa fue una tarea sólida, compacta, atenta, sin errores. Croacia no apeló al desesperado recurso neerlandés de cascotear el área con centros, fue fiel a su estilo de buscar al ras del césped, siempre en procura del toque y la devolución. Una salida en falso, un descuido, y cualquier volante croata lanzado en ofensiva quedaba cara a cara con “Dibu”. Esto jamás sucedió, primero porque los volantes argentinos fueron celosos para tejer una malla de contención efectiva, y después por la capacidad de Cristian “Cuti” Romero y de Nicolás Otamendi para frenar a quien hubiera superado esa primera línea. Otamendi está jugando un Mundial brillante y esta vez Nicolás Tagliafico lo acompañó en un altísimo nivel (¿volverá Marcos Acuña el domingo después de esta producción?). “Cuti” había quedado golpeado tras un choque de cabezas en el primer tiempo y le costó recuperarse; en el complemento hizo lo suyo con la solvencia acostumbrada. Durante los últimos minutos los croatas fueron por el descuento y probaron de lejos, nada que pusiera en aprietos a “Dibu”.

6) Poco después del 2-0 cayó un córner al área croata y Mac Allister cabeceó al gol. Pero apareció Livakovic con una atajada estupenda para frustrarlo. En la segunda parte volvió a disponer de una chance clarísima, con un derechazo que salió al ladito del palo. Mac Allister puede sentirse tan reconfortado como Otamendi, su Mundial es impecable. También el de Enzo, enorme jugador de equipo. Y De Paul, que salió extenuado para dejarle su lugar al Exequiel “Tucu” Palacios, entregó su mejor producción en lo que va de la Copa. Ya casi no quedan rastros de aquel jugador errático y contrariado de la primera fase, ha vuelto a funcionar en modo “corazón del equipo”. Le está faltando pisar el área, tarea que ha resignado en función de sus obligaciones defensivas.

7) Scaloni mantiene la ilusión de contar el domingo con un Di María mucho más entero. El partido estaba definido, ¿para qué acercarlo a alguna zona de riesgo? Era lógico que no ingresara. Fue la oportunidad entonces para tres jugadores que no habían visto acción en el torneo: Juan Foyth, Ángel Correa… y Paulo Dybala. Tanto le preguntaron al DT por qué no le daba minutos a Dybala que elaboraba las respuestas con una mezcla de ironía y resignación. Finalmente el cordobés pisó la cancha del Luseil y se dio el gusto de participar en algunas ofensivas. Hubo una bastante clara, en la que prefirió intentar la gambeta en el área en lugar de abrir a la derecha. Se entienden sus ganas por demostrar. Desde el banco, ya con el buzo puesto, miraba Lautaro Martínez.

8) “Es un placer ver a Modric en una cancha”, había destacado Scaloni el lunes. El 10 croata, un crack, no encontró interlocutores para armar juego. En el segundo tiempo se lo veía bajando a campo propio, tirado a la derecha, urgido por encontrarse con la pelota y distribuirla con criterio. A Modric el partido le costó muchísimo, al extremo de que ligó un pelotazo en la cara -producto de un rebote- y le quedó la nariz ensangrentada. Ya 0-3, Dalic lo cambió. Se estaba marchando cuando el público argentino detectó lo que sucedía y le otorgó un merecido y admirado aplauso. Para esto también se viaja a un Mundial; para ver a los grandes.

9) ¿Francia o Marruecos? ¿Marruecos o Francia? El juego de las conveniencias es absurdo a esta altura, más en un Mundial que tiene a la sorpresa como norma. Que venga el que tenga que venir, cualquiera será durísimo y merecerá el mayor de los esfuerzos. ¿Será la revancha del 2018 contra los franceses? ¿Será un inédito cruce contra la Cenicienta de la Copa? La tarde de miércoles (noche de Qatar) propone un programa futbolero para disfrutar, nada menos que el choque entre dos equipazos que decidirá al otro protagonista del domingo.

10) Messi desliza la mano y se toca la parte posterior del muslo izquierdo. Lo hará más de una vez durante el partido. Pero en el acto, después de cada uno de esos gestos, saldrá trotando o se mandará un pique sin evidenciar problemas. Sea lo que sea que Messi haga, generará toda clase de inquietudes, de preguntas. Pues bien, fue luego de palparse la pierna que Messi, como si nada, armó la ya histórica jugada del tercer gol. Fue la sexta función de Messi en Doha, previa a la del domingo, cuando -crucemos los dedos- se convertirá en el futbolista con más partidos en la historia de los Mundiales. Llegará a los 26. Increíble. Messi, con toda seguridad, no se enfoca en eso. Competitivo como es, sabedor de la circunstancia que atraviesa, consciente de todo lo que está en juego, no puede pensar en otra cosa: es ahora, Argentina.

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