Marcelo Ruesja fue asesinado cuando regresaba de una fiesta con su pareja

El cabo fue emboscado por dos asaltantes en la avenida de Cincunvalación y Wilde; también balearon a su mujer. El uniformado regresaba del casamiento de su hermana. Habría intentado sacar un arma, pero los ladrones advirtieron ese movimiento y le dispararon.

EL CABO RUEZGA. Había ingresado a la Policía en 2011 y trabajaba en la Guardia Urbana. la gaceta / foto de analia jaramillo EL CABO RUEZGA. Había ingresado a la Policía en 2011 y trabajaba en la Guardia Urbana. la gaceta / foto de analia jaramillo
18 Marzo 2018

El policía Marcelo Adrián Ruesja no tuvo tiempo ni de quitarse el casco. El tiro, de acuerdo a la investigación, atravesó el visor y le dio entre los ojos.

Su pareja, Alejandra Farías, fue baleada en una pierna. La mujer, que ayer fue dada de alta, les contó a los investigadores que ella se salvó por un consejo que le había dado su marido, quien le decía que “si eran víctimas de motochorros, se tirara al suelo”.

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En la medianoche del viernes el cabo, de 34 años, conducía su Yamaha azul por la avenida de Circunvalación, hacia el norte. Lo acompañaba su esposa, de 25 años. En la intersección con calle Wilde, fueron interceptados por dos jóvenes que se movilizaban en una moto enduro, quienes les cortaron el paso para asaltarlos.

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Los ladrones estaban armados. El efectivo, que estaba vestido de civil, habría intentado sacar un arma de su propiedad para defenderse. Pero al advertir ese movimiento, los desconocidos les dispararon a quemarropa.

La pareja se dirigía a su casa en Las Talitas, después de haber participado de una fiesta familiar en el barrio Lola Mora. “Yo me casé con su hermana y por eso habíamos organizado una reunión íntima en nuestra casa”, contó Miguel Gálvez.

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Los motochorros se apoderaron de la mochila del agente herido (en la que guardaba su arma reglamentaria) y escaparon con rumbo desconocido. Mientras tanto, Ruesja y Díaz quedaron tendidos junto a la ruta, en medio de un charco de sangre.

Testigos de esa tremenda escena avisaron al 911 y al 107. Minutos después, el uniformado, en gravísimo estado, fue trasladado hasta el Centro de Salud. Falleció poco después de ingresar. También su pareja fue hospitalizada. Recibió el alta en la mañana.

La zona, donde se emplaza un parque industrial, se había llenado de policías minutos después. Los expertos de Criminalística recogieron ocho vainas de calibre 9 milímetros. También levantaron huellas y otros rastros que serán analizados en el Laboratorio de la Policía.

El fiscal Washington Navarro Dávila dijo: “Creemos que hemos reunido pruebas importantes que nos ayudarán a esclarecer este hecho”. Una pista fue aportada por un sereno de una fábrica de piletas. El hombre dio datos de dos sospechosos y brindó información que permitió detenerlos. Además, ese informe oincidía con la descripción que hizo la esposa del cabo. Los encontraron una hora después del crimen cerca del lugar de la tragedia, en la calle Warnes al 1.100. Tienen 23 y 24 años y se les practicó un dermotest para saber si manipularon armas.

De todos modos, los investigadores fueron cautos respecto a esos arrestos y adelantaron que se trata de una de las diferentes hipótesis que se están manejando. “Hay diferentes líneas investigas”, indicó el comisario Walter Álvarez, jefe de la Unidad Regional Capital. En Tribunales esperan los informes técnicos. Por ejemplo, el plomo que extrajeron de la cabeza de la víctima y que será cotejado con comparaciones balísticas.

El fiscal solicitó que los dos detenidos de la causa permanezcan en esa situación hasta que él cuente con los resultados de todos los estudios. Recién entonces, los citará para que declaren.

Dolorosa espera

Antes del mediodía, parientes y amigos del policía asesinado se presentaron en la Morgue del Poder Judicial. Allí se practicó la autopsia. Luego, el cuerpo fue entregado a sus familiares, quienes lo velaron por la tarde en Los Gómez, en Santa Rosa de Leales, de donde son oriundos.

“Actuaron con mucha impunidad. Son delincuentes que saben que hagan lo que hagan, después van a salir en libertad. No les importa nada”, se quejó entre lágrimas Luis Marcelo Ruesja, padre del policía abatido.

“Esto se ha vuelto moneda corriente. Él todo el tiempo hablaba de la violencia en las calles y lamentaba que hayan asesinato a tantos compañeros suyos”, contó Miguel, cuñado de la víctima.

“No sabemos si hubo un tiroteo. Creo que intentó defenderse”, agregó Cristian Ruesja, hermano del policía”.

“Esto nos preocupa sobremanera y vamos a redoblar los esfuerzos para esclarecer este hecho, al igual que hacemos con todos los casos. Esto hace que se una más el personal policial para revertir esta situación. Vamos a seguir adelante”, señaló el comisario Álvarez.

“Situaciones como esta demuestran la violencia y el desprecio por la vida con la que actúan estos delincuentes. El origen de todo esto tiene muchas aristas. La Policía se caracterizó siempre por superar las situaciones adversas”, destacó.

Ruesja había ingresado a la fuerza hace siete años y se desempeñaba en la Guardia Urbana. Tenía un hijo de nueve años.

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