La inseguridad deja cicatrices para toda la vida

La inseguridad deja cicatrices para toda la vida

Los robos y asaltos terminan con heridos cada vez más graves. La mayoría de las víctimas tiene entre 15 y 39 años. La violencia en las calles desplazó a los virus y bacterias del primer lugar de las causas de muerte, según los médicos.

Dura, cruel, brutal, atroz, dolorosa e inhumana. Así sintió Hugo Alberto Cisterna la golpiza que sufrió cuando dos asaltantes lo sorprendieron hace una semana en Villa Angelina. Para robarle la moto, lo lesionaron hasta hundirle parte del cráneo. Desde ese momento, hubo un antes y un después en su vida. No puede esconder la impotencia, el miedo, los nervios. En plena madrugada sale desesperado para buscar algún médico del hospital Padilla, donde fue operado tras el ataque. Siente que algo le va a pasar. Los puntazos, el dolor de cabeza, los trastornos en el habla lo bloquean. Las imágenes de esos minutos en los que estuvo tan cerca de la muerte son recuerdos ineludibles y tormentosos.

La inseguridad suma cada vez más heridos graves. Los episodios en los que alguien muere o queda seriamente lesionado son ahora más frecuentes. Lo saben en las guardias de los hospitales. Según los médicos, la violencia en las calles ha desplazado a los virus y a las bacterias del primer lugar de las causas de muerte: hoy los accidentes y las heridas en robos y asaltos suman la mayor cantidad de víctimas.

Los ladrones tienen armas más poderosas. Con cuchillos, pistolas, revólver o tumberas amenazan y, ante una resistencia, no dudan en atacar. Este relato pasó a formar parte de la rutina de quienes están en las emergencias.

El caso de Cisterna nos sorprendió esta semana. Pero los episodios se suceden a diario. Ocurren en plena vía pública, adentro de una casa, a cualquier hora. "Vemos de todo; aquí sí que conocemos el dolor humano", sintetiza el cirujano Juan José Anastasio, del hospital Padilla. En el nosocomio, la mayoría de los heridos por robos y asaltos presenta politraumatismos.

Las heridas de arma de fuego ocupan el segundo lugar, según las estadísticas de ingresos en el hospital. Muchos de los lesionados son hombres, aunque están apareciendo más mujeres. Las balas perforan corazones, tórax, abdomen, cráneos, brazos y piernas.

En el tercer puesto del ranking de heridas violentas se ubican las puñaladas. Estas lesiones se ven en el abdomen principalmente, pero también hay cuchillazos en el tórax, en los miembros superiores e inferiores y hasta en la cara. Entre las imágenes que los médicos nunca olvidan está el caso de un guardia de seguridad que llegó con un cuchillo clavado en el corazón. También recuerdan una vez que un padre y sus dos hijos fueron atacados a machetazos durante un robo.

En el Padilla se atienden entre dos y tres heridos que testimonian haber sido víctimas de la inseguridad. En casi la mitad de los casos aparecen armas. Los viernes, sábados y domingos son los días en que más se reciben este tipo de urgencias.

No sólo en la guardia del Padilla se nota el incremento de la violencia. También el Centro de Salud, otro de los hospitales referentes de la provincia. Hasta allí llegan al mes unos 30 heridos en episodios de inseguridad, según detalló el oficial José Herrera, de la guardia policial.

Al daño corporal que sufren las víctimas se agregan el daño moral, la incapacidad total o parcial, el daño psíquico, el estético y hasta la pérdida de chances de seguir trabajando.

La gran mayoría de las víctimas tiene entre 15 y 39 años (están en plena edad productiva). Son los que en las planillas médicas se escriben como heridos graves o de consideración. Una vez que son dados de alta, nadie se acuerda de ellos. Nadie habla de los discapacitados después de un asalto o un robo, de las cicatrices grabadas para siempre en el cuerpo y en la mente.

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