Por Julio Marengo
07 Julio 2011
Palabras más, palabras menos, se dio el siguiente diálogo: - Decile a los del Alberdi que la entrada de Pedro Aznar está demasiado cara. - Van de $150 a $100, ¿cuánto te costaron las últimas botas que compraste? - Las botas me duran al menos tres años; un concierto dos horas a lo sumo.
¿Cómo se mide la "vida útil" de un espectáculo en vivo? O mejor: ¿es ese un dato válido para ponerle precio al arte? ¿Hay diferencia entre comprar un libro o un cuadro, que duran toda la vida, y pagar la entrada a un concierto o una obra de danza? Un espectáculo puede durar dos horas de bostezos, 20 minutos de incomodidad, o toda la vida de recuerdos y sensaciones. Salir de un concierto que hace vibrar; de una obra de teatro que hace pensar -y hasta resolver un conflicto que no se quiere ir de la cabeza-; o simplemente reírse para olvidar un mal trago duran mucho más que la función. Si una obra ha logrado modificarnos, entonces se puede decir que dura toda la vida.
¿Cómo se mide la "vida útil" de un espectáculo en vivo? O mejor: ¿es ese un dato válido para ponerle precio al arte? ¿Hay diferencia entre comprar un libro o un cuadro, que duran toda la vida, y pagar la entrada a un concierto o una obra de danza? Un espectáculo puede durar dos horas de bostezos, 20 minutos de incomodidad, o toda la vida de recuerdos y sensaciones. Salir de un concierto que hace vibrar; de una obra de teatro que hace pensar -y hasta resolver un conflicto que no se quiere ir de la cabeza-; o simplemente reírse para olvidar un mal trago duran mucho más que la función. Si una obra ha logrado modificarnos, entonces se puede decir que dura toda la vida.
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