Un río furioso casi los deja sin llegar al carnaval

Un río furioso casi los deja sin llegar al carnaval

Se derrumbó el terraplén del puente que cruza el río Las Cañas, donde se unen las rutas 9 y 34, y se interrumpió el tránsito Tucumán-Salta. Decenas de vehículos quedaron varados durante unas 13 horas y media. Al calor se sumaron el enojo, el cansancio y la impaciencia

07 Marzo 2011
ROSARIO DE LA FRONTERA (Por Álvaro Simón Padrós, enviado especial).- La caravana de vehículos quietos sobre la ruta parecía una monstruosa serpiente plateada que se extendía a lo largo de un kilómetro. El sol pegaba fuerte en los parabrisas de los automóviles, en los cascos de los motociclistas, en los acoplados de los camiones y en los techos de los ómnibus. Y la impotencia que generaba la interrupción del viaje se traducía en bocinazos casi eternos. Miles de viajeros quedaron atascados ayer en Rosario de la Frontera, Salta; como consecuencia de una creciente, el agua furiosa se llevó el terraplén norte que sucede al puente que cruza el río Las Cañas.

El viaducto está ubicado a unos 10 kilómetros al norte del municipio y se vino abajo durante la madrugada, a eso de las 5; el percance se produjo justo donde se unen las rutas 9 y 34, a la altura del kilómetro 1.434. A partir de entonces, y durante más de 13 horas, el camino que comunica Tucumán con Salta y el norte del país estuvo cortado. Recién a las 18.30 se habilitó media calzada para permitir el paso de vehículos livianos en ambas direcciones, con un intervalo de 10 minutos para cada mano.

Las nubes oscuras, los relámpagos -que ya poco y nada intimidaban a los turistas que veían amenazado su fin de semana largo- y una cronometrada lluvia que duró apenas dos minutos no lograron disipar el incesante murmullo que sobrevolaba la casi eterna cola de vehículos estancados en la ruta 9.

En una punta de la hilera que se perdía en el horizonte, un Renault 12 rojo era el albergue de una familia encolerizada por la demora. En el otro extremo, la cabina de un camión que transportaba ovejas era el ámbito en el que se debatían las razones del derrumbe del puente. Y en el medio de la fila, sentados sobre el asfalto, un grupo de amigos no se resignaba a perderse el carnaval: bebían cerveza helada y escuchaban música a todo volumen, tal como hubieran hecho si llegaban a Humahuaca, el destino final de su viaje. En el operativo de reconstrucción del terraplén participó una dotación de bomberos voluntarios, a cargo del cabo José Ricardo Millán. "Se nos están pirando para todos lados", manifestó nervioso el policía al referirse a aquellas personas que habían perdido la paciencia y que intentaban cruzar como fuera el puente, a pesar del derrumbe. También colaboró la Policía de Metán, la de Rosario de la Frontera y Gendarmería. A los uniformados se los contaba con los dedos de una mano y eso se notó a la hora de impartir orden en la caótica aglomeración de rodados. Gritos, insultos, bocinas y un latente malestar empezó a propagarse como epidemia.

La tarea de reconstrucción del puente estuvo a cargo de Vialidad de Salta. El ingeniero Roberto Rivero, jefe de Conservación de Vial NOA, le dijo a LA GACETA que el rió creció y erosionó la tierra que sostiene parte del viaducto. "La solución más rápida es restituir el material con tierra. Con la topadora tratamos de encauzar el agua para otro lado", precisó. Más de 10 camiones y tres máquinas fueron utilizados en estas tareas.

Sin embargo, mientras se intentaba poner fin al problema, a nueve kilómetros del puente, del lado de Rosario de la Frontera, la situación había colapsado. En las estaciones de servicio faltaban las provisiones y los baños públicos se improvisaban al costado de la autopista. Recién a las 18.30, cuando se dio luz verde para circular, lo ánimos se calmaron. De todos modos, al anochecer se produjo una nueva creciente en el río y el tránsito fue cortado nuevamente. Anoche, Rivero dijo que no sabía si hoy se podrá circular normalmente.

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