Cuatro señales inquietantes en medio de la alegría mundialista

Cuatro señales inquietantes en medio de la alegría mundialista

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Los chicos poseen la sana capacidad de hacer preguntas que suelen dejar sin respuesta a los adultos. En muchas ocasiones, porque van desprovistas de los prejuicios, las convenciones sociales y las ideas que rigen los vínculos en el mundo de los mayores. Así, con simpleza y mucha inocencia, son capaces de poner en evidencia a padres, tíos y abuelos mediante un abanico inclasificable de consultas o reflexiones al mejor estilo Mafalda. Y no suele ser raro que cuando el papá se queda sin argumentos dispare: “preguntale a tu mamá” y viceversa.

Es posible que, entre el lunes y el martes, muchas familias se hayan encontrado frente a una situación de este tipo, porque ¿cómo se le explica a un chico el feriado decretado para recibir a la Selección argentina? ¿Cómo se le dice que eso no ocurrió ni va a ocurrir si es que alguna vez las selecciones que practican otros deportes ganan el mundial de sus respectivas disciplinas? ¿Cómo se le hace entender que es posible frenar un país entero (salvo algunas excepciones, como la de Tucumán) de un día para el otro sin más argumentos que el de facilitar la llegada de personas al Obelisco porteño? Porque algo menos federal que eso no se consigue.

Negar la alegría que causa la Copa del Mundo es imposible. De hecho, seguramente será muy difícil encontrar algún argentino que no sienta que el equipo liderado por Lionel Messi le mejoró sustancialmente la dudosa experiencia de terminar uno de los años más nefastos de la historia reciente. Y que el capitán argentino merece eso y mucho más por su compromiso inquebrantable con la Selección, a pesar de tantas ingratitudes. Pero de ahí a justificar los desvaríos de la política hay un largo trecho.

En general, los feriados son fechas en las que el trabajo, el estudio y las obligaciones cotidianas quedan excepcionalmente de lado para recordar y celebrar hechos o el recuerdo de personas que aportan valores a la construcción de nuestra identidad nacional. Están determinadas en el calendario. Es decir, son previsibles y funcionan como mojones de la memoria que ingresan en la currícula escolar, desde donde se irradian con potencia.

Este año, Argentina se ubicó al tope de la lista de los países con más feriados nacionales. El calendario 2022 anunciaba 19 (sin contar los provinciales y los días no laborables, ojo). Pero en los hechos, fueron 21. Porque hay que agregar el decretado el día posterior al intento de asesinato que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el mundialista del martes.

Esto genera algunas cuestiones a las que posiblemente haya que prestarles atención:

1- El poder hoy piensa a la argentina como una sociedad integrada únicamente por trabajadores estatales o privados en relación de dependencia y en blanco, que seguirán cobrando sus sueldos a pesar del feriado. Pero no se pone en el lugar del empleador, del pagador de salarios. No piensa en el comerciante que intenta remontar aunque sea un poquito un año atroz con las ventas que generan las Fiestas. Tampoco se acuerda del cuentapropista ni de la inmensa masa de trabajadores precarizados que viven al día asfixiados por una inflación que esta administración no sólo no puede controlar sino que ha alimentado irresponsablemente. Demasiadas contradicciones para un Gobierno que se autodenomina popular.

2- El nivel de centralismo que revelaron los dos feriados a los que hacemos referencia más arriba es preocupante. Ayer circulaba un meme que mostraba el mapa de Argentina completamente pintado de azul y, a la altura de Capital Federal, un puntito rojo. Abajo se leía (palabras más, palabras menos): “de azul todas las provincias que tendrán feriado para que los habitantes de la zona pintada de rojo puedan movilizarse para recibir a la Selección”. Más allá de la broma, ese posteo es esclarecedor: para el presidente Alberto Fernández, el país empieza en la plaza de Mayo y termina en el segundo o tercer cordón del conurbano bonaerense. Y no lo demostró una vez, sino que desde septiembre (mes del atentado en Recoleta) ya lo hizo dos veces al decretar estos feriados.

3- Si bien el desplante que le hicieron los jugadores al Presidente ocupó los títulos de los diarios, hubo otro más potente y que quizás pasó algo inadvertido: el de los gobernadores que decidieron desoír el DNU con el que se estableció el festivo del martes. Ocho son peronistas y entre ellos está el tucumano Osvaldo Jaldo. Si la debacle de esta administración nacional ya era casi una certeza, esto no hace más que confirmarlo.

4- Volviendo a las preguntas de la primera parte de este texto ¿frente a este panorama, cómo se le explica a un niño que el trabajo, el estudio o cualquier otra responsabilidad puede ser puesta en pausa de un momento a otro por decisión de un individuo que ocupa un despacho que está a 1.300 kilómetros de distancia? ¿Cómo evitamos que la decadencia que nos viene oxidando desde hace un par de décadas también los alcance a ellos? ¿Son capaces de entender que, de algún modo, todos somos víctimas de dirigentes irresponsables que demuestran una desconexión profunda con las urgencias de la sociedad?

En una carta publicada por LA GACETA en su edición de ayer, la lectora Andrea Carrizo expresa: “la determinación, el expertise y el profesionalismo combinado con responsabilidad y trabajo en equipo permite desplegar el talento de nuestro pueblo y posicionarnos en lugares insospechados”. En su texto, Carrizo hace referencia a la Selección, pero también a los miles de argentinos que, a pesar de las adversidades, son capaces de marcar una diferencia en lo que hacen cotidianamente. Sería bueno que los dirigentes piensen en ellos antes de decretar el próximo feriado.

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