Sexualmente hablando: sin ganas

Sexualmente hablando: sin ganas

La falta de deseo sexual es uno de los problemas más frecuentes que se producen entre las parejas estables. Sus causas pueden ser tanto de índole orgánica como psicológica (aunque se habla de una “predominancia”, ya que siempre participan ambos aspectos en alguna medida).

En relación a los factores orgánicos, los desbalances hormonales suelen afectar directamente el deseo sexual, aun antes de la menopausia o la andropausia. También se observan apatías después de un embarazo, particularmente durante el período de lactancia y en la menopausia, así como en las personas que sufren desórdenes de tiroides. O como consecuencia de los efectos de ciertos medicamentos para la depresión y la ansiedad, entre otros. Por otra parte, las drogas y/o el alcohol consumidos con frecuencia -u ocasionalmente, pero en grandes cantidades- pueden afectar negativamente el deseo sexual.

Desde un punto de vista psicológico, las hipótesis causales son muchas y variadas. La técnica y la información sexual, es decir, los conocimientos que tienen las personas, son sumamente importantes y a menudo pasados por alto. Y algo clave: si una persona no la pasa bien, en el sentido de no gozar de los placeres y satisfacciones sexuales, si no logra excitarse lo suficiente para alcanzar un orgasmo y, consecuentemente, se frustra con cada encuentro… es bastante lógico que no sienta deseo. Otro caso frecuente es el de aquellos que disfrutan mucho de la experiencia sexual pero que no tienen el impulso de tomar la iniciativa.

La sexóloga portorriqueña Alessandra Rampolla enumera una serie de explicaciones desde un punto de vista psicológico y/o vincular que pueden explicar la ausencia o disminución del deseo sexual y que serán tomados en cuenta por el especialista en la consulta:

- Mensajes negativos sobre la sexualidad: lo que nos transmitieron de chicos en torno a la sexualidad obviamente impactará en nuestra vivencia de ella. Una pista para identificar esto es evaluar si existen sentimientos de vergüenza o culpabilidad respecto de las relaciones sexuales o la masturbación.

- Miedo a perder el control: muchas personas -históricamente, las mujeres- temen las consecuencias de disfrutar plenamente de su sexualidad. De modo inconsciente pueden creen que, por ejemplo, se convertirán en personas inmorales o insaciables.

- Miedo al embarazo: si no se está utilizando un método anticonceptivo confiable, el miedo a un embarazo no deseado puede afectar significativamente el deseo sexual.

- Preocupaciones por la imagen corporal y la vejez: para muchas personas, el no sentirse cómodas con sus figuras o aspecto físico puede causarles inhibición sexual, al querer evitar una situación de exposición del cuerpo.

- Falta de atracción: si el o la partener no tiene una buena higiene, tiene mal aliento o no pone la más mínima dedicación en verse atractivo/a es muy probable que esto se convierta en un detractor del deseo sexual.

- Sentimientos de vulnerabilidad emocional: el acto sexual debe darse dentro de un contexto de cierta seguridad emocional. Para muchas personas, el no sentir esa comodidad y confianza las afecta a la hora de entregarse a sus impulsos sexuales.

- Depresión y otros trastornos vinculados al estado de ánimo: el desgano vital que los caracteriza incluye también un desgano desde el punto de vista erótico.

- Cambios en el estilo de vida: cualquier cambio drástico en el estilo de vida de una pareja (irse a vivir juntos, casarse, cambiar de trabajo, mudarse, la llegada de un hijo, etc.) suele traer modificaciones en el deseo sexual. Algo que en muchas ocasiones vuelve a la normalidad a medida que las personas se adaptan a la situación nueva.

- Conflictos en la pareja: es un clásico que se reflejen en disfunciones sexuales, incluida la disminución del deseo.

- Reacciones desagradables durante el sexo: experiencias traumáticas pasadas o de abuso sexual son capaces de afectar el deseo sexual de una persona. Por otra parte, aquellos que no disfrutan de alguna actividad específica -el sexo oral, por ejemplo- pueden ver disminuido su deseo como consecuencia de esa aversión.

- Estilo controlador: las personas excesivamente trabajadoras, organizadas y controladoras pueden encontrar difícil incluir el sexo en su lista de prioridades de los “tengo que” de cada día. A fin de cuentas el sexo es jugar, relajarse, divertirse, entregarse al placer, perder el control.

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