El futsal lo deja todo

Cuando lea este artículo la maratón dominical posiblemente haya iniciado porque el PSG de “Leo” Messi juega hoy bien temprano (desde las 8). Si al mediodía quisiera mudarse a la Premier League, allí tiene a partir de las 12.30 el mejor clásico que puede ofrecer hoy el fútbol inglés: el Manchester City de Pep Guardiola contra el Liverpool de Jürgen Klopp. Y a las 17, claro, tenemos nuestro Superclásico con vuelta parcial de público en el Monumental. En el medio, desde las 14, estará la Selección argentina jugando contra Portugal la final del Mundial de Futsal de Lituania. No es Messi vs. Cristiano Ronaldo, pero hay un bicampeonato mundial en juego. Y una historia que está en pleno crecimiento.

Si “Leo” y “CR7” ganan al año varias decenas de millones de euros, los mejores jugadores de futsal se conforman en cambio con unos 7.000 euros al mes, más casa y comida. La caída de nuestra moneda hace que muchos buenos jugadores argentinos partan muy jóvenes por 700 euros al mes. Les resulta igualmente más tentador que los 80.000 o hasta 150.000 pesos al mes que puede cobrar el puñado de mejores jugadores que permanecen en la Argentina (contratos informales y con enormes retrasos en el pago). El premio, si hoy ganan el Mundial, también está por supuesto lejísimos de lo que pagan las Copas Mundiales. El campeón de Lituania se llevará hoy un premio de 100.000 euros, que paga la FIFA y se reparte entre todo el plantel, cuerpo técnico incluido. Lo último que le preocupaba ayer a los jugadores argentinos era saber cuánto dinero le podía quedar a cada uno.

A diferencia del Mundial anterior que ganó en Colombia, cuando dio el batacazo, Argentina juega hoy con el cartel de favorita, algo incómodo para la selección que dirige Matías Lucuix. Para este Mundial, Argentina mantuvo a buena parte del equipo campeón, eliminó al favorito Brasil en “semis” y se mide ahora ante un Portugal que ganó dos de sus partidos en tiempo extra, otro con penales y que hoy afronta su primera final mundialista. “Trabajamos estas horas sabiendo que ahora nos presentan como favoritos, tener claro que eso no quiere decir nada y mantener el mismo espíritu de lucha y humildad que nos trajo hasta acá”, contaba horas atrás Damián Stazzone, uno de los referentes del plantel, que afronta su tercer y último Mundial y que viene de coronarse campeón de la Libertadores como capitán de San Lorenzo, título inédito para el futsal argentino.

La chapa de favorito genera igualmente orgullo y reconocimiento y suena impensable mirando apenas años atrás, cuando el mérito era perder por no muchos goles contra Brasil, histórica potencia en la especialidad. Incorporada a la estructura de la AFA, la selección de futsal trabaja desde hace tiempo en Ezeiza, viaja con toda la asistencia necesaria y hasta cumplió una gira de preparación previa. Su mundo de alto rendimiento deportivo es una isla en el futsal de Argentina, que tiene su nicho profesional en Buenos Aires. Brasil, España, Italia y hasta Portugal, rival de hoy, tienen en cambio Ligas nacionales. Muchas más posibilidades de ampliar su base de jugadores.

¿Por qué demoró y sigue demorándose el pleno desarrollo del futsal si Argentina tiene historia y tradición con el fútbol? ¿Será que nuestro fútbol de once se come también a sus hijos y nietos? El fútbol 5, papi fútbol o baby-fútbol, como se lo llame, forma parte de nuestra cotidianeidad. En la escuela, el trabajo, el barrio, donde sea. Informalidad y divertimento. Aunque en competencias formales infantiles se sacan hasta los ojos, con padres que gritan al costado de la cancha y avergüenzan hasta a sus propios hijos. La cancha pequeña, bajo techo, clima caliente, ayudan poco a la distensión. El futsal de la FIFA, en cambio, agrandó sus canchas a 40x20 y ofrece más posibilidad técnica y menos fricción. Eso sí, son decisivos el control y la orientación. Una pelota que no se controla bien en cancha de once da margen para acomodar. No en el futsal.

“Messi es un fenómeno aparte y seguiría siendo Messi en cualquier cancha, pero los jugadores de Primera necesitarían claramente tiempo de adaptación”, dice Stazzone. Y recuerda que, como sucede en muchos deportes, en el futsal es imposible jugar especulando. El reglamento obliga a atacar. O a defenderse lo máximo posible con la pelota. Amparado en su popularidad enorme, el fútbol de once sigue siendo una de las pocas disciplinas en las que un equipo puede ganar jugando mal, defendiéndose y acertando un contragolpe. Esa imprevisibilidad forma parte de su magia. Es un lujo que otras disciplinas, que precisan de la tele y los patrocinadores, no pueden darse. En el deporte moderno no alcanza con defenderse. Hay que atacar. Lo volvieron a sufrir ayer Los Pumas, que cerraron un muy pobre Championship otra vez derrotados por holgura contra Australia. Nuestras selecciones (Pumas, Leonas, Panteras, como sea) tienen bien ganados sus apodos. La selección de futsal no lo tiene. Pero está dejando todo en la cancha.

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