El poder del asesino*
16 Diciembre 2018

Laëtitia Perrais fue secuestrada la noche del 18 al 19 de enero de 2011. Era una mesera de dieciocho años, domiciliada en Pornic, en el departamento francés de Loira Atlántico. Llevaba una vida corriente en la familia adoptiva donde había sido asignada con su hermana melliza. El asesino fue arrestado al cabo de dos días, pero varias semanas debieron transcurrir hasta que se encontró el cuerpo de la joven.

El caso despertó una inmensa conmoción en todo el país. El presidente de la República, Nicolas Sarkozy, al criticar el seguimiento judicial del asesino, cuestionó a los jueces, a quienes prometió “sanciones” en respuesta a sus “faltas”. Sus declaraciones desataron un movimiento de huelga inédito en la historia de la magistratura. En agosto de 2011 -un caso dentro del caso- el padre adoptivo de las chicas fue imputado por agresiones sexuales a la hermana de Laëtitia. Hasta hoy, se ignora si la propia Laëtitia fue violada, sea por su padre adoptivo o por su asesino.

Este hecho policial es excepcional desde todo punto de vista: por la onda expansiva que suscitó, por su eco mediático y político, por la importancia de los recursos desplegados para dar con el cuerpo, por las doce semanas que duraron las búsquedas, por la intervención del presidente de la República, por la huelga de los magistrados. No es una mera causa penal, es un asunto de Estado.

¿Pero qué se sabe de Laëtitia, aparte de que fue víctima de un hecho policial destacado? Cientos de artículos y reportajes hablaron de ella, pero únicamente para mencionar la noche de la desaparición y los juicios. Si su nombre aparece en Wikipedia, es en la página del asesino, en la sección “Homicidio de Laëtitia Perrais”. Eclipsada por la fama que le brindó a su pesar el hombre que la mató, la joven se convirtió en la culminación de una trayectoria criminal, un logro en el orden del mal.

Poder del asesino sobre “su” víctima: no solo le quita la vida, sino que digita el curso de esta, que en adelante estará orientada hacia el funesto encuentro, el engranaje sin retorno, el gesto letal, el ultraje al cuerpo. La muerte traza su vida.

* Fragmento de Laëtitia o el fin de los hombres.

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