Amares *
CONTADOR DE HISTORIAS. El prolífico escritor uruguayo falleció el 13 de abril de 2015. Había nacido en Montevideo el 3 de septiembre de 1940. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI.- CONTADOR DE HISTORIAS. El prolífico escritor uruguayo falleció el 13 de abril de 2015. Había nacido en Montevideo el 3 de septiembre de 1940. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI.-
02 Diciembre 2018

Por Eduardo Galeano

Las hormigas

Tracey Hill era niña en un pueblo de Connecticut, y practicaba entretenimientos propios de su edad, como cualquier otro tierno angelito de Dios en el estado de Connecticut o en cualquier otro lugar de este planeta.

Un día, junto a sus compañeritos de la escuela, Tracey se puso a echar fósforos encendidos en un hormiguero. Todos disfrutaron mucho de este sano esparcimiento infantil; pero a Tracey la impresionó algo que los demás no vieron, o hicieron como que no veían, pero que a ella la paralizó y le dejó, para siempre, una señal en la memoria: ante el fuego, ante el peligro, las hormigas se separaban en parejas, y de a dos, bien juntas, bien pegaditas, esperaban la muerte.

El viaje

Achával vivía lejos, a más de una hora de Buenos Aires.

Cada mañana, Acha subía al ferrocarril de las nueve para ir a trabajar. Subía siempre al mismo vagón y se sentaba en el mismo lugar.

Frente a él viajaba una mujer. Todos los días, a las nueve y veinticinco, esa mujer bajaba por un minuto en una estación, siempre la misma, donde un hombre la esperaba parado siempre en el mismo lugar. La mujer y el hombre se abrazaban y se besaban hasta que sonaba la señal de salida. Entonces ella se desprendía y volvía al tren.

Esa mujer se sentaba siempre frente a él, pero Acha nunca le escuchó la voz.

Una mañana ella no vino y a las nueve y veinticinco Acha vio, por la ventanilla, al hombre esperando en el andén. Ella nunca más vino. Al cabo de una semana, también el hombre desapareció.

Adiós

Las mejores pinturas de Ferrer Bassa, el Giotto catalán, están en las paredes del convento de Pedralbes, lugar de las piedras albas, en las alturas de Barcelona. Allí vivían, apartadas del mundo, las monjas de clausura.

Era un viaje sin retorno: a sus espaldas se cerraba el portón, y se cerraba para nunca más abrirse. Sus familias habían pagado altas dotes, para que ellas merecieran la gloria de ser por siempre esposas de Cristo.

Dentro del convento, en la capilla de San Miguel, al pie de uno de los frescos de Ferrer Bassa, hay una frase que ha sobrevivido, como a escondidas, al paso de los siglos.

No se sabe quién la escribió. Se sabe cuándo. Está fechada, 1426, en números romanos. La frase casi no se nota. En letras góticas, en lengua catalana, pedía y pide todavía:

Dile a Juan que no me olvide.

El octavo rayo

Roy Sullivan, guardabosques de Virginia, nació en 1912, en este día siete, y sobrevivió a siete rayos durante sus setenta años de vida:

en 1959, un rayo le arrancó la uña de un dedo del pie;

en 1969, otro rayo le voló las cejas y las pestañas;

en 1970, otro rayo le achicharró el hombro izquierdo;

en 1972, otro rayo lo dejó sin pelo;

en 1973, otro rayo le quemó las piernas;

en 1976, otro rayo le abrió un tobillo;

en 1977, otro rayo le calcinó el pecho y el vientre.

Pero no vino del cielo el rayo que en 1983 le partió la cabeza.

Dicen que fue una palabra, o un silencio, de mujer. Dicen.

Ventana sobre una mujer

La otra llave no gira en la puerta de calle. La otra voz, cómica, desafinada, no canta desde la ducha. En el baño no hay huellas de otros pies mojados. Ningún olor caliente viene de la cocina. Una manzana a medio comer, marcada por otros dientes, empieza a pudrirse sobre la mesa. Un cigarrillo a medio fumar, muerto gusano de ceniza, tiñe el borde del cenicero.

Pienso que debería afeitarme. Pienso que debería vestirme. Pienso que debería.

Llueve agua sucia dentro de mí.

* Adelanto (Siglo XXI)

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