A nueve años de la partida de Mercedes Sosa: Soy pan, soy paz, soy más

A nueve años de la partida de Mercedes Sosa: Soy pan, soy paz, soy más

El destacado guitarrista uruguayo Omar Espinosa, que acompañó a la cantora tucumana durante su exilio en Europa, recuerda esos momentos. Las giras. La canción de Piero.

El arpegio respira. La voz se abre en una confesión de agua, playa, cielo, casa, mar… Exhorta a una confesión: “Vamos, decime, contame todo lo que a vos te está pasando ahora…” El rasguido parpadea animadamente en las seis cuerdas. Ella propone: “hay que sacarlo todo afuera, como la primavera, nadie quiere que adentro algo se muera…” El canto de Mercedes Sosa y la guitarra de Omar Espinosa están desandando “Soy pan, soy paz, soy más”. El destacado intérprete uruguayo, radicado en Francia hace cuatro décadas, acompañó durante el exilio a la “Negra”, fallecida el 4 de octubre de 2009. El “yorugua”, junto a José Luis Castiñeira de Dios y Domingo Cura, la acompañaron en el histórico recital del regreso, el 6 de noviembre de 1982, en la cancha de San Martín, tras siete años de ausencia en los escenarios tucumanos.

- ¿Conociste a Mercedes en Buenos Aires?

- En realidad, antes de venir a Europa en el ‘78, viví en Buenos Aires durante 10 años, fue en esa época donde comenzó a surgir del anonimato y escuché hablar un poco de ella, pero en realidad nuestro primer contacto fue en París. Yo estaba de vacaciones en América del Sur, había ido a pasar las Fiestas con mi familia en Uruguay y cuando volví en enero del 80 a París, mis amigos músicos me comunican que Mercedes estaba buscando un guitarrista que viviera en Europa. Horacio Molina, que era un amigo común, le habló de mí y por eso ella quería contactarme. Fui a su casa con la guitarra y me dijo: “-¿Qué querés que hagamos? - Lo que vos quieras. - ¿Alfonsina? - Bueno, ¿en qué tono la cantas?” Improviso una introducción, ella canta la mitad de la zamba y cuando iba a atacar la segunda, me dijo: “Ya está, empezás el mes que viene en Brasil, yo estaré de gira”. Así fue nuestro primer encuentro. Luego vino “Colacho” Brizuela a casa a pasarme el repertorio, lo hizo muy rápidamente, me tocó todos los temas y lo grabé con la casetera. Los estudié a todos, algunas partituras las escribí porque no había nada escrito, para la memoria de temas que no conocía.

- Y partiste a Brasil…

- Viajé en febrero a Río de Janeiro y ahí me estaban esperando para continuar la gira. Me encontré con Domingo Cura y Oscar Alem y Colacho… me fui integrando de a poco, tocando medio concierto, luego uno entero y finalmente, los tres regresaron a la Argentina. Yo seguí con Mercedes solo. Hicimos un concierto en el teatro de Manaos, en pleno Amazonas y de ahí seguimos a México, donde nos encontramos con Cura y Alem para terminar la gira. Ellos regresaron a Buenos Aires. Nosotros seguimos a Europa solos, haciendo conciertos en teatros.

- ¿Solamente canto, guitarra y bombo?

- Al principio en Europa ella cantaba solamente con acompañamiento de guitarra, éramos los dos solitos y ella con su bombo, pero cuando salía una gira sudamericana a alto nivel, había que reforzar con un percusionista y un bajista. Yo conocía a Castiñeira de Dios, tocábamos en París en diferentes formaciones, ya éramos grandes amigos, lo propuse a él. Antes de comenzar todas estas giras, se hizo en París el disco “A quién doy”, con un arreglo muy grande, con muchos músicos, con cuerdas… Castiñeira hizo los arreglos a sugerencia mía, era su especialidad. Mercedes le propuso que tocara el bajo; ocasionalmente, en Colombia o Venezuela donde es fácil conseguir percusionistas dúctiles para tocar, contratábamos músicos locales. Castiñeira de Dios tenía todas las músicas escritas o sea que era fácil. Después, cuando las giras comenzaron a agrandarse, Mercedes llamó a Domingo Cura, ese trío fue muy bien aceptado por la crítica porque hasta el día de hoy lo señalan como una de las mejores formaciones que tuvo ella. En aquel entonces, la voz de ella tenía un gran potencial artístico, más el repertorio… eso quedó plasmado en grabaciones que la gente no olvida.

- ¿Cómo era el trato familiar entre ustedes?

- En nuestros primeros dos años era muy familiar; cuando ella vivía en Madrid y actuábamos sólo los dos, íbamos mucho al norte europeo; cuando llegaba a París, paraba en mi casa, tenía una habitación preparada para ella en mi departamento y cuando yo iba a hacer giras a España tenía mi pieza en el departamento de ella. Teníamos un ambiente familiar de compartir comidas, reuniones. Había una amistad muy profunda. Después cuando ya se instaló un poco más en Buenos Aires y ya era todo mucho más grande, yo vivía en hoteles, en uno muy cerca de su casa. Después se volvió bastante multitudinario todo con las vueltas al continente, las giras impresionantes de 20 o 25.000 personas en cada lugar que actuábamos. A ese nivel se exigía un grupo de gente, de unas 20 personas, viajando, ya era un montaje súper profesional, internacional, pese a que había tres músicos y una cantante sin muchas complicaciones técnicas.

- ¿Qué anécdotas te vienen a la mente en este momento?

- Tengo miles de anécdotas con ella. En ese período en que hacíamos mucha vida familiar en París o en Madrid… sobre todo en Madrid había un desfile de personalidades argentinas que pasaban por su casa, de una manera muy familiar, a la noche se armaban comidas; recuerdo que yo era el titular de las carnes al horno… muchos intelectuales argentinos, actores, actrices… Hay una que tiene relación con un éxito que tuvo Mercedes que fue legendario. Una noche, vino a comer Piero; estábamos de sobremesa y le dijo: “Mirá, Negra, tengo un nuevo tema”. Empezó a cantar “Soy pan, soy paz, soy más”. Mercedes agarró su walkman y le grabó todo el tema. Al otro día, teníamos un concierto a la tardecita en la Universidad de Madrid. Y a la mañana, en el desayuno me dijo: “Omar, agarrá la guitarra, vamos a hacer el tema de Piero”. Se ve que ella durante la noche lo había trabajado un poco. Empecé a hacer unos acordes y a armarlo al tema, esos arpegios quedaron para siempre… Empezó a cantar y se embaló, tenía la letra en un papel y la ensayamos varias veces. Después en el medio del concierto, bueno, ella era muy imprevisible, en un momento dado se dio vuelta y me dijo: “Vamos a hacer la canción de Piero”. Era un ambiente increíble en la universidad. Después empezó a cantarlo en todos lados; luego se agregó el bajo y la percusión, eso fue fácil.

- ¿Qué le pasó a tu paisano uruguayo?

- En Madrid, una noche vino a comer Osiris Rodríguez Castillo, el Yupanqui uruguayo, que estaba exiliado con su mujer. Era un hombre que estaba muy mal, muy bajoneado con el exilio, no se sentía bien, extrañaba mucho. Cuando llegó, nos enteramos de que era vegetariano, yo había preparado un cordero al horno espectacular con hierbas de la Provence y con ajo… Bueno, preparamos unas ensaladas, pero cuando yo puse la fuente con el cordero en la mesa, dijo: “No, esto yo no puedo desperdiciar” y comió. En ese momento se le terminó su vegetarianismo (se ríe). Eso demuestra también el poder que tiene la carne en nuestra cultura uruguaya y argentina. Cuando vemos un pedazo de carne puede pasar cualquier cosa.

- ¿Cómo se produjo tu desembarco en París?

- Yo viajé por unos conciertos, era solista de guitarra, tocaba música popular sudamericana y viajé a Francia con ese fin y con el objetivo de quedarme un tiempo. Cuando llegué en febrero del 78, toqué en un festival de guitarra en París, después en otro, en Le Mans, luego en Inglaterra y en los Países Bajos. Era impresionante cómo la música sudamericana estaba de moda en el ambiente francés, había trabajo para todos los músicos. Comenzaron a llamarme para tocar con ellos, uno de los primeros que me llamó fue “Uña” Ramos, con el que hice tres discos, entre ellos, “Puente de madera” que ganó el premio de la Academia Charles Cross; yo hice los arreglos. Ahí conocí a Castiñeira de Dios porque se sumó con su bajo, y nos hicimos muy amigos. Con “Uña” tuve una aventura de dos años de actuaciones, muchas giras, era un artista de mucha fama en Francia. Después en enero del 80, apareció Mercedes… Después de la etapa con ella, que terminó en el 83, siempre instalado en París, tuve muchas satisfacciones artísticas, la primera fue la formación del Cuarteto Dos Mundos, con Miguel Ángel Estrella, Raúl Mercado y Castiñeira, hicimos una gran trayectoria internacional durante muchísimos años; con Castiñeira grabé en París “Fuerza”, un disco muy bueno; hicimos muchas giras con su grupo Anacrusa. He llegado a trabajar con Charles Aznavour y tuve una experiencia de colaboración con Ástor Piazzolla en la ópera María de Buenos Aires, que se hizo una producción europea increíble… Hace 40 años que vivo en Francia. Vi el video en homenaje al “Chivo” Valladares, me parece fantástico que a un músico de ese calibre no lo olviden, tanto para la cultura argentina como para Tucumán, una provincia tan querida a la que hemos ido a tocar tantas veces y que amamos.

> FIRMAMENTO GUITARRÍSTICO
Mercedes Sosa se rodeó siempre buenos guitarristas. Kelo Palacios, Lucho González, Pepete Bértiz, Colacho Brizuela y Jorge Giuliano, fueron algunos de ellos. Nacido en Salto (Uruguay), Omar Espinosa se formó con artistas populares; descubrió el repertorio clásico y aprendió la técnica con los maestros Lucila Saab, Abel Carlevaro y Raúl Sánchez Arias. En 1978, realizó una gira europea y se radicó en París. Entre otros artistas, acompañó al tenor español José Carreras en el Vaticano, junto a Ariel Ramírez. Tres años fue compañero de ruta artística de la “Negra”. Sonido transparente. Potencia sonora. Digitación. Expresión. Sobriedad. Son algunos de los atributos que Omar Espinosa le aportó al canto de Mercedes Sosa y que ocupan un rincón destacado en el firmamento de las seis cuerdas que envolvió a nuestra tucumana. Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

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