El infatigable cuarteto de la sed

El infatigable cuarteto de la sed

“Venga, siéntese acá -ordena Samir-. Le voy a contar una cosa: desde 1978 yo soy hincha de Argentina. Escuche: Fillol, Olguín, Passarella, Kempes, ¡Ardiles!”, va pasando en limpio. Alison, Fernando y Ramsés (sí, como el faraón) lo miran con ganas de acuchillarlo. “En este Mundial yo voy por Argentina”, subraya Samir. “¿Y el resto?” “Noooooo…”. El cuarteto arrancó a media tarde y ya acumula ocho botellas de Brahma agotadas. La novena está a punto de morir y a la cofradía le quedan largas horas de charla por delante. Samir ensaya una explicación sociológica para sostener su posición proargentina. “Cuando quiero hacer algo en la vida doy lo mejor de mí -apunta-. Me fijo un objetivo y voy para adelante, seguro de conseguirlo. Los argentinos son así y por eso los admiro. En cambio, los brasileños…”, y hace con la mano derecha el gesto de más o menos. Los contertulios ponen los ojos en blanco.

Ni de Antarctica ni de Skol. Los cuatro son de Brahma hasta el final del camino. El grupo hace callar a Samir y anuncia: Brasil será campeón. Honestos, añaden que Messi es mejor que Neymar, pero que no será suficiente para Argentina. Rápido, Ramsés toma la palabra para cambiar el eje de la discusión. Quiere que en los diarios argentinos se escriba que Flamengo es el equipo más popular del país. Los otros se ríen. Samir es de Vasco da Gama, mientras que Alison y Fernando respetan la idiosincrasia local: uno de es Cruzeiro, el otro de Atlético Mineiro.

“Flamengo es como Boca, tiene hinchas en todo el país”, ejemplifica Ramsés. Si por él fuera, les enfundaría la “verdeamarelha” de la selección a los 11 jugadores de su equipo. Samir intenta hacerlo callar, pero cuando Ramsés habla de Flamengo se posesiona de un imperial furor egipcio. Alison se levanta. Va y viene. Habla por teléfono. Regresa e invita un trago de cerveza, tan fresquita como tentadora cuando la tarde va cayendo y el mercurio sigue clavado en 25°. El cronista explica que tiene que escribir el material, única condición con la que le permiten levantarse de la mesa. Desde lejos se escucha a Samir pidiendo “¡dois mais!”.

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