Los turistas admiran el nivel cultural y la capacidad del tucumano, pero se decepcionan ante la pobreza, la falta de limpieza y el potencial desperdiciado que se perciben. Incluso los propios comprovincianos y sus referentes admiten que son transgresores y cultores de la viveza criolla y de la irresponsabilidad. Al mismo tiempo se jactan de su calidez, sentido del humor, creatividad, talento y capacidad. Una investigación del Gobierno para instalar la marca Tucumán reveló que los aspectos negativos de esa idiosincrasia contradictoria pueden revertirse con educación, con la aplicación de la ley y con el ejemplo de los gobernantes, de acuerdo con la opinión de los ciudadanos consultados por LA GACETA.