"La viveza criolla está aferrada a los tucumanos como a todos los argentinos y revertirla demandará mucho tiempo. Hay que trabajar muy duro para concientizar a los chicos de que sacar ventaja a costa de otra persona es inmoral", contó el bancario Rodolfo Carrasco a LA GACETA.El empleado de 30 años dijo que Tucumán está muy lejos de ser una provincia limpia. "No cuidamos los lugares públicos: rompemos o pintamos leyendas en las estatuas; tiramos papeles o botellas vacías en las plazas y veredas, y para peor la recolección de residuos es insuficiente. Además nuestros gobernantes son los primeros que violan la ley". No obstante ello, aclaró que "el tucumano es solidario, se engancha cuando hay que ayudar al humilde. También demuestra un buen sentido del humor.
El comerciante Mariano Sepúlveda, a pesar de pregonar que "vivo en la mejor provincia... para hacer todo por izquierda", considera que aún hay gente buena en Tucumán. Al respecto citó a los médicos que atienden en los hospitales por dos ?mangos?; a los maestros que se sacrifican por sus alumnos y a los voluntarios que colaboran con los comedores infantiles."Ojalá que se multipliquen", anheló.