Ant-Man - Tamaño Humano - Primera Parte

19 Ago 2015
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Ilustración de Paolo Rivera

Soy de esas personas que aman los pósters de películas, aunque en el fondo sé que muchas veces son más interesantes que los films que promocionan.  Es una pena que cueste conseguirlos, y en los cines recibamos un “no” rotundo cuando los pedimos o intentamos comprar. Hace algunos meses se perdió literalmente esa grandeza de los pósters. Casi de repente, aparecieron en Estados Unidos carteles de apenas algunos centímetros de altura con el poster de Ant-Man, El Hombre Hormiga. Al igual que el primer tráiler y los primeros productos de merchandising, eran “tamaño hormiga” (Otro ejemplo sería este artículo) . Los fans amaron esta pequeña genialidad de marketing y no tardó en viralizarse por las redes sociales. La verdad es que, para llamar la atención y generar curiosidad sobre el personaje, hacía falta algo original. Después de todo, el pobre Ant-Man se empequeñecía en el Universo Marvel, incluso cuando hay otros súper héroes inspirados en invetebrados, pero convengamos que una araña es más épica que una hormiga.

Las hormigas en Marvel

Poco conocidos por el gran público, los Hombres Hormiga han sabido convertirse en personajes de culto. Con una con una mezcla que tiene más ciencia ficción que aventuras y mucho del factor humano, los guionistas se las arreglaron para hacer que los cómics de estos personajes sean muy disfrutables. Los dos Hombres Hormiga más conocidos, Scott Lang y Hank Pym, tienen historias muy ricas en este sentido.  Justamente, las más recordadas tienen muchas reminiscencias a la película Viaje insólito, con el elemento de ciencia ficción aún más marcado. A Hank Pym le tocó viajar dentro del adaptoide Visión, en un cómic en el que el dibujante Neal Adams se lució y pasó a convertirse en uno de los grandes clásicos de Marvel. A Scott Lang le tocó viajar dentro de Hulk para ayudar en una operación y después dentro del traje de Iron Man para salvar a Tony Stark, en una suerte de homenaje al viaje de Pym dentro de Visión. Fueron historias muy intensas en las que el tiempo era un factor fundamental, e irónicamente tenían que enfrentarse a los sistemas de defensa de esos personajes a los debían salvarles la vida.

La tragedia del científico

A principios de los sesenta, la mente de Stan Lee era una máquina imparable de crear súper héroes. Para algunos guionistas como Alan Moore, sus personajes pecaban de ser bidimensionales, pero incluso con esa limitación, Lee se las arreglaba para que sigan habiendo emociones después de que se sacaran la máscara. Digan lo que digan, la magia estaba en sus historias humanas, donde la carga de los poderes repercutía en sus vidas. Así, hasta ser un empresario exitoso como Tony Stark o un alumno universitario becado con vida social como Peter Parker, tenía un precio. Después de todo, como dijo Tío Ben “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Por esto, todos tuvieron sus momentos oscuros, pero ninguno tantos como Henry “Hank” Pym, el primer Hombre Hormiga.

Hank Pym comenzó en Marvel como un científico que descubrió por casualidad las Partículas Pym con las que podía disminuir su tamaño, manteniendo la misma fuerza y densidad. Su primera aventura, El hombre en la montaña de las hormigas, se parecía más a una historia de revistas pulp que a una historieta. Este científico no eligió mejor lugar que un jardín donde había un hormiguero, y nuestro héroe tuvo que, irónicamente, huir de unas hormigas que lo perseguían. Entre aterrado y fascinado, Pym se dedicó a estudiar la forma de comunicación de las hormigas y creó un casco con el que podía convertirlas en aliadas al darles órdenes mentales. Las primeras historias del Hombre Hormiga estaban muy influenciadas por El hombre menguante e impactaban a nivel gráfico. Jack Kirby les dio un toque épico con ángulos complejos, con los que lograba representar la grandeza del entorno frente al individuo. Hank Pym se las arreglaba para utilizar el entorno a su favor y vencer a los villanos de maneras muy originales. La genialidad de Kirby duró algunos números y ese potencial que tenía el personaje se perdió rápidamente cuando otros se encargaron de la parte gráfica. Según Stan Lee, el encanto del personaje estaba en compararlo con objetos cotidianos, como cajas de fósforos, y darle allí el toque Marvel épico, cosa que los dibujantes no hacían. A Hank le faltaba chispa y su compañera de aventuras, Janet Van Dyne, La Avipa, era mucho más carismática y querida por los fans. Un inspirado Stan Lee encontró la forma de hacerlo interesante. La solución estaba en las Partículas Pym. ¿Si servían para disminuir el tamaño, por qué no aumentarlo? Unos números más adelante, con un disfraz apenas distinto, Hank adoptaba la identidad del Hombre Gigante que solamente le duraría un par de años. Después pasó a llamarse Goliath, aunque sus poderes eran los mismos y dejaba que su inseguridad comenzara a aflorar.

Aquí podés leer la segunda parte de este informe

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