La muerte de "La Chancha" Ale: del tablón, al sillón; del éxito al ocaso

La muerte de "La Chancha" Ale: del tablón, al sillón; del éxito al ocaso

Rubén Ale pasó por todos los rincones de La Ciudadela. Comenzó como hincha, lideró la barra y como dirigente tuvo alegrías y puntos oscuros.

POLÉMICA. Ale y Rivero le presentaron al entonces gobernador Alperovich un proyecto que nunca se cristalizó. POLÉMICA. Ale y Rivero le presentaron al entonces gobernador Alperovich un proyecto que nunca se cristalizó.

El nombre de Rubén Ale estuvo, desde siempre, estrechamente vinculado a San Martín, el club de sus amores. Criado prácticamente en la zona del Mercado de Abasto, en el que su padre Said Ale fue un reconocido puestero, “La Chancha” comenzó a caminar las tribunas de La Ciudadela desde muy temprana edad.

Pasó por todos y cada uno de los rincones de Bolívar y Pellegrini. Comenzó como un simple fanático que acudía a la tribuna popular en cada uno de los partidos del equipo. En la década del 80, llegó a formar parte del grupo que, junto a su hermano Ángel Ale, lideraba la mayor facción de la barra brava del club. “La Banda de los Ale”, así se conocía en el tablón al grupo con que fue tejiendo poder; un poder que luego le permitiría llegar a sentarse en el sillón presidencial “santo”.

De acuerdo a los registros de la institución, la primera vez que su nombre apareció en una lista de Comisión Directiva fue en 1999. Durante el mandato de José Gómez, Rubén Ale se desempeñó como vocal. En aquel entonces, su hermano Ángel, que unos años antes había estado a cargo de la subcomisión de fútbol, ocupó el cargo de vicepresidente segundo.

Una de las peores crisis institucionales y deportivas que San Martín tuvo durante su historia, fue el trampolín que le permitió llegar a los primeros planos dirigenciales del club. En 2002, el “santo” había descendido al Argentino B y el inicio en la cuarta categoría del fútbol argentino había sido muy malo. El club estaba sumergido en una profunda crisis económica y el presidente Juan Carlos Cáceres hablaba de la llegada de un grupo inversor, que iba a hacerse cargo de los gastos del fútbol profesional.

“Luego de una derrota vi sufrir mucho a mi hijo. Ahí decidí que era el momento de ayudar al club”, dijo Ale durante una entrevista en la que relató cómo decidió lanzar su carrera dirigencial.

De esa manera, se concretó el arribo de la Gerenciadora del NOA, presidida por Ale y por Roberto Dilascio, ex futbolista de club. Esa pata fue fundamental en el resurgimiento deportivo de la institución, que a esa altura (tras no haber podido ganar el Argentino B) había caído a la Liga Tucumana.

El 25 de agosto de 2006, la lista única encabezada por Rubén Ale y María Jesús Rivero (en un momento llegó a ser la representante “santa” en la AFA) firmó las actas como nueva CD y tomó las riendas de la institución. El “santo” acababa de consagrarse en el Argentino A y estaba próximo a iniciar su participación en la Primera B Nacional.

Los años siguientes fueron de prosperidad, de bonanzas y de alegrías. Con “La Chancha” al mando, San Martín llegó a la máxima categoría del fútbol criollo en mayo de 2008. En poco más de cuatro años, el “santo” había saltado de la Liga a Primera. Por ese entonces, todo el país hablaba del milagro futbolístico que habían logrado en La Ciudadela. Sin embargo, los flashes del éxito terminaron por encandilar el futuro del club y de él como principal dirigente.

Con el equipo en la cresta de ola, Ale y Rivero se reunieron en Casa de Gobierno con el por ese entonces gobernador, José Alperovich. Le presentaron el proyecto de ampliación de La Ciudadela y recibieron un subsidio para llevar adelante una obra que nunca se concretó.

En aquel momento, además, los hinchas habían colaborado con un bono contribución para financiar el proyecto.

Con el descenso a la B Nacional, las promesas incumplidas generaron un malestar mucho mayor entre los fanáticos. La crisis deportiva de un equipo que andaba a los tumbos en la principal categoría de ascenso terminó rompiendo el vínculo entre la CD y la Gerenciadora del NOA, a fines de 2010.

VÍNCULO. Como presidente “santo”, Ale tuvo fluida charla con Grondona. VÍNCULO. Como presidente “santo”, Ale tuvo fluida charla con Grondona.

Nunca quedaron claro cuáles fueron los motivos. Lo cierto es que Dilascio y Rivero fueron apartados. El barco comenzó a navegar a la deriva y el descenso al Argentino A, tras perder la Promoción contra Desamparados de San Juan, fue el detonante para el fin de Ale como dirigente “santo”.

El 27 de junio de 2011, al otro día de aquel descenso y luego de una jornada triste y violenta en Bolívar y Pellegrini, Ale asumió su tercer mandato. A diferencias de sus dos anteriores, Rivero no figuraba como vicepresidente; en su lugar estaba Abraham Salame.

Los hinchas acusaban a la dirigencia de la pérdida de la categoría. Y en ese momento se gestó otro hecho histórico en el fútbol tucumano.

Un grupo de simpatizantes conformaron los “Hinchas Santos Autoconvocados”, quienes comenzaron a movilizarse para sacar a Ale de la institución.

A las primeras fechas en el Argentino, San Martín las jugó prácticamente a cancha vacía debido a la huelga impulsada por ese grupo. Sin respaldo y acorralado por la Justicia que lo investigaba por usurpación de campos y robos de cosechas, Ale pidió licencia en sus funciones en agosto de 2011. Unas semanas después, durante una reunión de Comisión Directiva, Salame asumiría como nuevo presidente.

Del tablón, al sillón; del éxito al ocaso. Así fue la vida de Ale junto al club que supo llevar en el corazón.

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