Con 24 prendas usadas, creó una marca tucumana de moda sustentable

Con 24 prendas usadas, creó una marca tucumana de moda sustentable

Cuatro años atrás, la emprendedora abrió Luz del Alma, un proyecto que cura productos considerados residuos y los comercializa con el concepto de “vestir los valores”.

PROPÓSITO. Rocío Arredondo Pensotti busca atenuar el problema ambiental generado por la ropa y facilitar acceso a productos de calidad PROPÓSITO. Rocío Arredondo Pensotti busca atenuar el problema ambiental generado por la ropa y facilitar acceso a productos de calidad

Todo lo que lleva puesto procede de una feria o lo compró usado: Rocío Arredondo Pensotti está orgullosa de eso, y proclama que su objetivo es concientizar sobre las consecuencias ecológicas y morales malignas de una moda fundada en el consumismo desenfrenado. Esa premisa está detrás de Luz del Alma, el emprendimiento que fundó hace cuatro años en Tucumán, y con el que vende ropa de segunda mano previamente seleccionada y curada. Arredondo Pensotti dice que la moda sustentable es poderosa porque, además de rescatar la belleza del pasado, permite “vestir los valores”.

En el café Edison de Yerba Buena, la diseñadora de indumentaria y textil cuenta que su “militancia oficial” en la reutilización comenzó en 2018, con la presentación de su tesis universitaria. “Arranqué con una técnica que se llama ‘upcycling’ (‘reciclaje’) y que consiste en tomar una prenda vieja, generar un diseño y crear una prenda nueva. Es un rediseño más complejo que hacer un short a partir de un pantalón porque la idea es sacar de esa base, por ejemplo, una campera, es decir, un artículo totalmente distinto”, explica.

Pero ahora ya no se dedica al “upcycling”, sino a la atención de Luz del Alma, donde se ocupa desde la selección y adquisición de los productos hasta del modelaje. “Este proyecto nace después de que egresé de la universidad. Quería irme de viaje; estudiar afuera del país y capacitarme en moda: necesitaba ganar dinero, pero lo quería hacer de un modo sostenible porque este es mi principio”, explica Arredondo Pensotti, quien tiene 29 años. Interrogada al respecto, asegura que está en las antípodas de quienes creen que hay que renovar el guardarropas cada temporada. “Comencé a emprender en la casa familiar, con un ‘percherito’ que había comprado para hacer mi tesis, que reutilicé para LDA y que, de hecho, sigo usando. LDA es como yo le digo a Luz del Alma”, precisa.

Elevar con un sombrero

El negocio debutó con una selección de 24 prendas vintage de segunda mano que Arredondo había conseguido en las ferias de ropa que se hacen en Tucumán. En ese punto precisa que las prendas con las que trabaja proceden de donaciones o son consideradas “basura” por diferentes razones. “Son descartes de la industria. De alguna manera curamos esa ropa, y le damos un valor agregado con el estilo y la forma”, afirma.

El primer ensayo convenció a Arredondo de que estaba en el camino correcto. Según cuenta, la colección de 24 piezas tuvo una recepción muy positiva. “En aquel momento me decían que mi ropa era diferente: si bien se trataba de diseños antiguos, estaban alineados con lo contemporáneo”, recuerda. Y añade: “a partir de ahí me dediqué a comprar, a curar y a revender ropa, quizá con algún rediseño si había una mancha, si faltaba algo o estaba roto, siempre con cierta visión acerca del potencial de una prenda. ¿Qué es lo que pasa? A veces parece que una camisa no funciona hasta que encuentra lo que necesita para elevarse, por ejemplo, un sombrero o unas botas, y listo”.

Linterna para el lado B

A la emprendedora le preocupa el nivel alto de desinterés imperante sobre el destino de los residuos sólidos textiles. “En la cadena de consumo de esta industria resulta que nosotros compramos, consumimos y eliminamos. No hay circularidad. De hecho se dice que la ropa es el nuevo plástico”, acota. Para ella esta situación queda aludida con el nombre Luz del Alma. “Lo elegí porque la moda tiene un lado A y un lado B. El B nunca se cuenta porque es oscuro: hay mucha contaminación, explotación y vulneración de derechos humanos. Mi idea fue tratar de iluminar esa oscuridad”, dice.

De la casa de familia LDA pasó a un departamento en la calle 24 de Septiembre de San Miguel de Tucumán, pero Arredondo está buscando salir de allí, y ubicarse en Yerba Buena, un ambiente que ve más propicio para el desarrollo de su emprendimiento. Arredondo Pensotti quiere el verde, la luz natural, el silencio y las bicicletas que la capital tucumana perdió. Además, reniega de las emisiones de CO2 que genera cuando se desplaza hasta su trabajo actual, donde cumple una función excluyente. “En la oficina hoy estamos mis múltiples personalidades y yo. Me encargo de todo, pero mi especialidad es la parte creativa: la selección de las prendas, el estilismo, la decisión de los conjuntos, etcétera. Sin embargo, LDA está creciendo en cuanto a las responsabilidades y se encamina a pasar de emprendimiento a empresa”, avizora.

El modelo de negocio de LDA se rige por la economía circular. El proyecto recibe prendas de vendedores particulares o las adquiere en ferias. “La gente puede, si lo desea, traer su ropa y venderla”, apunta. La intervención de Arredondo Pensotti comporta una verificación de calidad que incluye el aseo y arreglos. “Nosotros vendemos la prenda en el mejor estado posible. Lo que hacemos es potenciarla”, enfatiza. La comercialización transcurre principalmente por Instagram, a partir de fotos que protagoniza la diseñadora en su faceta de modelo; por una web que está en proceso de actualización o bien en la sede céntrica del emprendimiento, donde se hacen las pruebas. “Con la fotografía damos valor simbólico a las prendas y las conceptualizamos dentro del universo creativo de nuestra marca”, refiere.

Acopio infinito

LDA hace hincapié en que la ropa no debe ser masiva ni fácilmente descartable. “Esta es la esencia del ‘second hand’ porque tiene una capacidad limitada de recuperar prendas. Eso puede ser malo, pero, también, es lo más lindo. Con el emprendimiento vendemos aproximadamente entre 150 y 200 artículos por mes. No es tan poco porque fijamos objetivos de ingreso muy claros que influyen en la organización de la tienda. Si querés vender alrededor de 200 prendas mensuales, como mínimo tenés que disponer de un stock de 400. Y eso hace que todo el tiempo esté acopiando productos, algo que resulta relativamente fácil ¡porque hay tanta ropa que ya no se usa en el mundo! Tranquilamente se podría vivir sin comprar artículos nuevos”, asegura Arredondo Pensotti.

El problema, como en el de la ropa cero kilómetro, son los talles. La correspondencia es lógica porque los artículos de segunda mano proceden de los de primera y, por ende, reproducen sus virtudes y defectos. “Las de LDA, además, son prendas únicas, es decir, no hay versiones más grandes o más pequeñas del mismo producto. Es un problema porque no existe un único cuerpo. Nosotros tratamos de buscar amplitud de talles y, en la medida de nuestras posibilidades, de generar diseños nuevos más abarcativos a partir de remanentes de telas, pero no diré que somos inclusivos porque esto requiere de un trabajo que hoy no se puede hacer. LDA no vende ropa a medida, por ejemplo”, admite.

El emprendimiento busca solucionar el problema ambiental generado por la ropa y facilitar el acceso económico a productos de calidad. “Esto no es fácil: no sé si es para una sola vida ni para varias. Además, nos faltan herramientas. Por ejemplo, no tenemos textiles orgánicos a mano o que provengan de botellas recicladas”, enumera. Arredondo Pensotti dice que, aún con estas dificultades, ella busca no caer en un objetivo cortoplacista, sino perseverar en la construcción de una respuesta humilde para los residuos sólidos textiles. “¿A dónde va la ropa que no usamos? Es algo en lo que pienso constantemente”, interroga.

Precio ganador

Si bien sabe coser, Arredondo delega la costura, si hace falta, en dos modistas. Además, trabaja con un encargado de redes sociales. Su público está formado por mujeres o personas a las que les guste la ropa femenina de entre 20 y 50 años. “Pero nos damos cuenta de que la segunda mano atrae a una gran diversidad de edades: la misma camisa puede ser usada de un modo distinto por alguien de 25 y de 60”, comenta.

La fortaleza del proyecto es el precio, que no tiene competencia respecto de lo que cuesta un producto nuevo de buena calidad. “Es más accesible para el bolsillo, sustentable y universal porque, a diferencia de las marcas tradicionales, no genera exclusiones basadas en el estilo. Siempre quiero despertar la conciencia de los usuarios a partir de consignas como ‘amate tal cual sos’ y ‘vestite como quieras’ porque lo que cada quien tenga para decir al mundo es importante”, expresa la emprendedora. Arredondo Pensotti calcula que un tapado nuevo hoy puede costar entre 75 y 200 mil pesos: “en LDA se lo puede conseguir a 20 mil”.

La inflación descontrolada está haciendo que la segunda mano sea cada vez más una buena primera opción y poniendo de moda a la moda sustentable. Arredondo Pensotti manifiesta que conoce alrededor de 15 emprendimientos tucumanos similares al suyo: “vemos que la crisis es una gran oportunidad para empujar este movimiento, que, por otro lado, es muy racional. Se paga una suma significativamente menor por una prenda que, de todas maneras, no se usa mucho tiempo. La mayoría de nuestras compras de indumentaria no se justifican”

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