Qué riesgos corren los adultos mayores en el tránsito

Qué riesgos corren los adultos mayores en el tránsito

Viven más y tienen una vejez muy activa. Cada vez más personas de la tercera edad conducen y se desplazan por la vía pública, exponiéndose a ser atropellados.

Qué riesgos corren los adultos mayores en el tránsito

Cuando se habla de los peligros en el tránsito y las graves lesiones que generan los accidentes, se suele poner la lupa sobre los jóvenes. Sin embargo, en el otro extremo de las edades, muchos adultos mayores resultan víctimas. Según las cifras que difundió la ONG Luchemos por la Vida, el 18% de las personas que fallecen en siniestros viales son mayores de 60 años.

Es un número que se incrementa cada año por varios motivos, pero principalmente porque la expectativa de vida ha aumentado y hoy la vejez se vive con más plenitud. En 1970 los adultos mayores de 65 años conformaban el 7% de la población, mientras que para 2025 se estima que el 25% de los argentinos tendrá 60 años o más.

En la actualidad los adultos mayores son más activos y muchos de ellos conducen vehículos incluso con más de 70 años. Según los datos oficiales de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) se entregan anualmente más de 700.000 licencias de conducir a personas de la tercera edad.

Sin embargo, hay un dato que no es menor: las estadísticas demuestran que, en caso de ser atropellados o chocar al volante o como pasajeros, tienen una probabilidad tres veces y media mayor de ser víctimas fatales. La razón es la fragilidad de su cuerpo y la lentitud y posibilidades de recuperación de sus tejidos, que se va perdiendo con la edad.

A su vez, los mayores de 70 están sujetos con mucha frecuencia a deficiencias cognitivas, motoras y sensoperceptivas, que afectan sus capacidades a medida que envejecen, por lo que están en mayor riesgo en la vía pública.

El traumatólogo Héctor Piedrabuena explica que conforme pasan los años hay mayor fragilidad en el cuerpo, menor capacidad de reacción y mayor inestabilidad. “De sufrir un accidente, que produzca una fractura, según el sitio afectado requerirá tratamiento quirúrgico o conservador. Entra en juego el factor aumento de riesgos por las afecciones que presente el paciente. La rehabilitación requiere siempre más tiempo en un adulto mayor si se compara su duración con igual tratamiento en un adulto joven”, precisa.

EN RIESGO. La circulación de los adultos mayores por las calles debe estar asegurada con el respeto a las normas. EN RIESGO. La circulación de los adultos mayores por las calles debe estar asegurada con el respeto a las normas.

Pedro Erazo, de la Fundación Conciencia al Volante, opina que inevitablemente con el pasar de los años van disminuyendo nuestros sentidos, como la vista y la audición. También se van perdiendo los reflejos, las reacciones se tornan más lentas y ya no coordinamos los movimientos como antes. “Todo esto nos puede afectar la conducción”, sostiene. Por esto, Erazo no recomendaría manejar mucho más allá de los 70 años.

Cambios

“Al momento de caminar por las calles o de conducir un vehículo, estos cambios redundan en mayor peligro. Por ejemplo, la pérdida de memoria, la reducción de la atención, sus reacciones psicomotoras más lentas, la declinación de la agudeza visual y de la visión nocturna. No tienen la misma rapidez en el juzgamiento rápido de las situaciones”, remarcaron desde la ONG Luchemos por la Vida.

Otro detalle relevante es que las personas de más edad tienen mayor posibilidad de tener dolencias crónicas y estar bajo medicación, lo que puede afectar de manera adversa su capacidad de conducir y de transitar como peatones, señalaron desde la organización civil.

No obstante, destacaron que transitar es un derecho y es importante promover la movilidad con seguridad. “Los peatones en general, y en particular los adultos mayores, necesitan veredas seguras e iluminadas, libres de obstáculos, rampas para el descenso a la calzada en las sendas peatonales, señalización vertical y horizontal clara, nombres de calles bien visibles y semaforización en zonas de alto tránsito, entre otras condiciones para su protección”, apuntaron.

Según resaltaron, hay una medida que están promoviendo actualmente en el mundo las Naciones Unidas y Organización Mundial de la Salud (OMS) en las zonas urbanas: la reducción de la velocidad a 30 km/h en todas las calles. Esto contribuye a disminuir las lesiones graves y las muertes de los más vulnerables en el tránsito, generando ciudades más seguras, verdes y habitables.

Enla Argentina, por pedido conjunto de Luchemos por la Vida y las Madres del Dolor están impulsando ese límite en varias ciudades de todo el país.

“También resulta imprescindible hacer cumplir la ley para que todos los conductores otorguen siempre la prioridad a los peatones que cruzan correctamente la calzada por las esquinas o sendas peatonales, y con el semáforo a su favor donde lo hay, tal cual lo establecen las leyes del tránsito”, insistieron.

Qué dice la ley

La Ley Nacional de Tránsito no pone límites de edad para conducir. Claudio Artaza Saade, presidente de la Fundación Alerta en el Camino, explica que, sin embargo, desde los 65 años en adelante la norma establece que disminuye la cantidad de años por los que se puede obtener una licencia. A partir de los 70, se la debe renovar cada año, previo examen médico y psicológico. Es la condición física, única y personal, la que condicionará los eventuales problemas a los que puede estar expuesto un conductor de la tercera edad, resalta. El aspecto médico es fundamental en ese grupo etario. Las enfermedades o cuestiones psicológicas son las que en realidad van condicionar a un adulto mayor.

No obstante, el especialista destaca la prudencia en la tercera edad. Según las estadísticas de seguridad vial, el 44% de los accidentes son protagonizados por hombres de entre 14 y 34 años. El 6% de los que chocan tiene de 65 a 74 años y sólo el 3%, 75 años o más.

Los especialistas remarcan que, después de los 50 o 60 años, hay una mayor madurez: los conductores son menos arriesgados y más respetuosos de las normas de tránsito.

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