“No aflojar” en la prevención de la covid-19

“No aflojar” en la prevención de la covid-19

El que alza la voz y anticipa lo que se viene es el Presidente. El fin de semana pasado ha ratificado una nueva extensión de la cuarentena hasta el 7 de junio. Ahora, ¿se ha respetado la cuarentena como tal? ¿Los tucumanos han seguido al pie de la letra el pedido presidencial? El prejuicio juega su parte, en este caso: suena poco creíble el “sí”. “En Tucumán se le está perdiendo el miedo al virus y eso preocupa”, dijeron los édicos centinelas en el ciclo “Panorama Tucumano”.

Las estadísticas respecto a las detenciones y secuestros de personas y vehículos son argumentos para decir que “no”. También el día a día en el microcentro, los barrios y el resto de las localidades de la provincia. Hubo quienes lo acataron, hubo quienes no.

Se mencionó al síndrome de la cabaña. Habla de que el encierro puede producir una negación a volver a salir a la calle, cuando todo esto se termine. El hogar puede convertirse en un refugio devenido en una prisión mental para quienes viven solos, debido a que las costumbres propias se vieron afectadas por la pandemia, una pandemia que no te busca, sino que uno es el que inconscientemente sale a su búsqueda por no respetar, precisamente, el aislamiento social.

Sin autorización, hubo tucumanos en plazas, adultos mayores en plena peatonal sentados al sol; familias de paseo. Entonces, la impresión es contraria al síndrome de la cabaña. ¿Por qué jugar a la ruleta rusa de la salud?

Alberto Fernández pidió a la prensa el sábado por la noche no dramatizar la cuarentena: “dejen de sembrar angustia. Angustiante es que no te cuiden, o que el Estado diga ‘acá no pasa nada’. Me llama mucho la atención la idea de muchos medios de la angustia de la cuarentena. ¿Es angustiante salvarse? Angustiante es enfermarse; no salvarse. Angustiante es que el Estado te abandone; eso es angustiante, que el Estado no esté presente”.

El domingo el Presidente cambió el tono. Pidió “no aflojar”, en una frase que para los tucumanos se bifurca hacia varios tramos de la actualidad sanitaria: el coronavirus es tema de cuidado, así como debe ser la prevención del dengue, un flagelo hoy histórico por la cantidad de casos de picaduras del mosquito Aedes aegypti en el mapa local.

Prevenir es la solución, aunque la propaganda y los esfuerzos gubernamentales no son suficientes: depende de cada uno cuidarse de que el mosquito no prolifere. A veces cuesta entender el descuido de quien solicita ayuda, le extienden la mano y luego vuelve a esperar, de brazos cruzados, una nueva solución al problema que ya debería saber controlar.

La denuncia que activó el protocolo de coronavirus en La Costanera fue un gran ejercicio ejecutado por los vecinos. Ese juego conjunto con las autoridades de Salud fue clave para anticipar lo que podría haber sido la siembra del virus en uno de los barrios más pobres del gran San Miguel de Tucumán. El test a la mujer (vino de Buenos Aires) denunciada dio negativo.

Lo que no se entiende es a quienes juegan a desafiar las leyes, a romper los esquemas, quizás amparados bajo la bandera del poder. Todavía retumba el caso del festejo de un cumpleaños en una ladrillera en Lules. También las detenciones pasadas por hacer “fiesta” en un pub del sur a puertas cerradas.

Hasta el próximo 7 de junio la cuarentena argentina habrá marcado el número 76 de una etapa en la que se hablará de la recesión económica, de las dificultades para volver a “una normalidad” que ya no será tan normal como antes; del dólar y de tantas otras cuestiones de agenda que jamás serán tan importantes como el número de vidas que podrán salvarse si cumple con el simple hecho de quedarse en casa.

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