Las aulas dejarán de ser como las conocemos

Las aulas dejarán de ser como las conocemos

“Aquí tienes un teléfono de hoy en día (se muestra un celular), pues aquí tienes uno de hace 150 años atrás. Gran diferencia, ¿no? Aquí hay un coche actual, y aquí un coche de hace 150 años. Gran diferencia, ¿no? Pues fíjense, esta era el aula que utilizábamos hace 150 años (cuatro paredes, pizarra y escritorio del docente al frente, y detrás, pupitres para los alumnos) y aquí hay un aula de hoy en día (exactamente el mismo esquema) ¡Ohm! ¿No es esto una vergüenza? Literalmente en más de un siglo nada ha cambiado. ¿Y aun así dices que preparas a los estudiantes para el futuro…?

El párrafo anterior corresponde a un video que circuló de modo viral por las redes desde hace casi cuatro años (octubre de 2016), realizado y protagonizado por Prince Ea (Richard Williams), un artista estadounidense rapero, productor de cine. Con este video, conocido como “juicio a la escuela”, el también licenciado en Antropología ponía en debate el sistema educativo actual. Y esa imagen de un aula exactamente igual (salvo por un mobiliario un poco más moderno) que aquellas del siglo XIX resulta impactante. ¿Esto puede cambiarse? No son pocos los especialistas en educación que están viendo que la pandemia del coronavirus se presenta como una oportunidad para modificar, de una vez por todas, ese esquema donde los alumnos son pasivos receptores del saber. Otros expertos sostienen que el coronavirus no ha hecho más que acelerar lo que ya se veía venir. En concreto, lo cierto es que después de esta pandemia, que obliga a enseñar y a aprender desde la casa, nada será igual en materia educativa. Y que las aulas tal como las conocíamos hasta ahora, ya empezaron a cambiar.

Ya en 2015, un grupo de 645 expertos internacionales entrevistados para una encuesta de la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (WISE, por sus siglas en inglés), afirmaban que para dentro de 10 años las clases magistrales habrán desaparecido y los profesores se convertirían en una guía del alumno. También vaticinaban que el aprendizaje será personalizado y permanente y que internet será la principal fuente de conocimiento. El trabajo decía, entre otros conceptos, que las escuelas se transformarían en una suerte de redes, y que los alumnos interactuarían entre ellos y con el profesor de tal forma que se produzca un aprendizaje colaborativo. Esas predicciones, a la luz de lo que está pasando hoy, se ven mucho más cercanas y posibles.

Esos expertos consultados por WISE se ilusionaban también con una escuela donde no haya ya planes de estudio estandarizados, sino donde los profesores vayan personalizando el aprendizaje de los alumnos y diseñen propuestas individuales respetando los intereses de cada estudiante. En ese contexto, imaginaban otro diseño y distribución del salón de clases: sin pupitres individuales y en filas sino con, por ejemplo, mesas circulares, que favorezcan la interacción y la participación entre los estudiantes. También predijeron que los docentes abandonarían la posición tradicional de estar frente a la clase y que tal vez tomarían asiento junto a los alumnos, de manera que aumente la interacción y se estrechen sus vínculos. También se vislumbra que la frontera entre el colegio y el hogar se desdibujará y el aprendizaje no se restringirá a un horario y a un sitio concreto. Y por supuesto, las computadoras, tablets o celulares serían moneda corriente en la educación.

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