Pandemia de coronavirus: el fútbol no es -ni debe ser- prioridad

“Si el fútbol se juega a puertas cerradas yo no tengo inconvenientes. Y me encantaría que, en este tiempo, lo pasen sin sistema codificado, por TV abierta, para que los argentinos que se tienen que quedar en casa puedan tener un divertimento”. Las palabras de Alberto Fernández hicieron ruido. El presidente, que intentó tranquilizar a los argentinos y concientizarlos sobre cómo actuar ante la pandemia de coronavirus, terminó pisando en falso.

Primero aseguró que lo mejor en este tiempo es que los ciudadanos se queden en sus casas para evitar seguir propagando la enfermedad. Pero después dio a entender que no tiene problemas en que la pelota siga rodando.

En este tipo de situaciones lo mejor es recluirse y dejar que el foco de conflicto pase. Está claro que sólo deben seguir adelante aquellas actividades consideradas básicas para la supervivencia.

Una fábrica de medicamentos no puede parar. Los supermercados tampoco pueden cerrar sus puertas. En ese tipo de trabajos, lo ideal es armar guardias rotativas para que asistan la menor cantidad de empleados posibles sin resentir sus respectivos funcionamientos.

Pero el fútbol no es ni debe ser una prioridad. Ningún Gobierno debería decidir sobre el fútbol. Los dirigentes son los que deben parar la pelota cuando lo consideren necesario. En este deporte, como en tantos otros, conviven muchas personas y, a pesar de que los partidos se jueguen a puertas cerradas, nadie está exento de contagio.

Los futbolistas no son robots diseñados para divertir al resto de los ciudadanos, por lo que el divertimento del que habla el presidente debería buscarse en otro lado. Pero esto es Argentina y al deporte más noble ya lo usaron para tapar mil y una barbaridades; como aquella vez con el rídiculo torneo de 30 equipos por el que hoy siguen pagándose las consecuencias.

En las últimas horas, la gran mayoría de los futbolistas que hablaron se manifestaron a favor de la suspensión de los torneos. Futbolistas Argentinos Agremiados tiene la palabra y la enorme responsabilidad de evitar que este circo continúe.