No basta la buena voluntad para cuidar el medio ambiente

No basta la buena voluntad para cuidar el medio ambiente

24 Febrero 2020

Voluntarios y ambientalistas realizaron una limpieza en el lago La Angostura, entre Tafí del Valle y El Mollar, en una jornada para concientizar sobre el cuidado del medio ambiente y en homenaje a la Pachamama. La medida, similar a la que se realizó en El Cadillal, ha de tener un fuerte impacto precisamente porque el embalse de los Valles ha sido objeto de polémicas a raíz de denuncias por falta de control con respecto al vertido de residuos en toda el área. “Si alguien mira que estás limpiando, otra persona no va a tirar más basura”, ha sido la consigna para estimular además la solidaridad con los pueblos aborígenes. La medida, llamativa y elogiable, debería llamar a la reflexión sobre el modo en que se tratan los residuos en nuestro medio y la necesidad de lograr un cambio profundo en el comportamiento de la comunidad.

La basura es un problema sustancial. No sólo se trata de que la recolección es cara y problemática en todas partes, a tal punto que muchas localidades directamente la arrojan en vertederos casi clandestinos, a la vera de los ríos, sino que las medidas oficiales no alcanzan. Más de 200 basurales clandestinos se ubican en el área suburbana de la capital (y en algunos sectores degradados de la ciudad) e incluso la habilitación de sitios o de contenedores para depositar residuos de manera ordenada parece estimular a la generación de más basura, como puede apreciarse en muchos lugares urbanos donde la presencia de la autoridad es laxa. Los esfuerzos por limpiar son vanos: a medida que los limpian aparecen los que arrojan los residuos por detrás, volviéndolos a llenar. La basura no sólo es el paisaje habitual de los accesos a la ciudad sino también de los sitios degradados, contaminando el ambiente donde viven personas en la absoluta pobreza, así como contribuye a otros problemas, como el taponamiento de los canales. En la polémica entre la Provincia y la Municipalidad por el mantenimiento del Canal Sur (discusión que incluso lleva tres años de querella judicial) ambas se culpan por no controlar el vertido de residuos en el curso de agua y de no limpiarlo.

Se trata de un problema de muy difícil solución. La Provincia ha llegado a crear un equipo dedicado a la limpieza de los basurales, superponiéndose a la tarea de las municipalidades, que no ha dado resultado. Es que no sólo se vincula con una cuestión cultural sino con formas de la sociedad de consumo que se imponen sobre la conducta social e individual. Está claro que el esfuerzo personal o grupal –como la jornada de limpieza y concientización del sábado- ayudan, pero no van a llegar a soluciones reales si esto no se integra en un sistema compartido por todos los integrantes de la sociedad. La gente -con escasas excepciones- no tiene asimilada la separación de residuos hogareña y tampoco ha creado la estructura para ello en sus hogares. Separar vidrios de plásticos, de papeles y de residuos orgánicos implica una organización que debe ser claramente establecida por la administración política de modo integral, como sucede, por ejemplo, en Europa.

En nuestro medio hay administraciones que quieren cambiar las cosas, como Tafí Viejo, que recicla sus residuos. Pero esta iniciativa, en lugar de llamar la atención, debería ser estudiada y extendida para que haya una integración de toda la sociedad en la separación de los residuos y en el cuidado del medio ambiente. Esto no puede estar librado al esfuerzo loable pero solitario de voluntarios y ambientalistas. Debe ser la sociedad toda –comenzando por quienes la dirigen y administran- la que se ocupe y se concientice de la necesidad de cambiar las cosas.

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