Cuánto es demasiado calor para salir a correr

Hay muchos mamíferos que corren más rápido que el hombre. Un caballo, por ejemplo, puede andar 10 kilómetros a un ritmo de 1,52 minutos por cada uno de esos kilómetros. Pero no aguanta mucho. El ser humano, en cambio, es mejor en las grandes distancias. Y esa ha sido su arma en el pasado: la resistencia. Perseguía a los animales. Al principio, los perdía de vista. Pero seguía su rastro. Los perseguía hasta que caían muertos, literalmente. Pero, ¿por qué el hombre es el único capaz de aguantar tanto tiempo corriendo? Primero, por la bipedestación, que es la capacidad para andar sobre las dos extremidades inferiores, a diferencia de los cuadrúpedos. Segundo, porque tiene un buen sistema de termorregulación. Y tercero, porque cuenta con la posibilidad de llevar, en la mano, una botella de agua. Por ello, se puede decir que correr es una actividad propia del humano. Correr. Eso que ahora se llama running y que en los orígenes paleolíticos era la diferencia entre una persona viva y otra muerta. Ahora bien, ¿cuánto es demasiado calor para salir a correr?

A juzgar por lo que se ve, quienes corren no se detienen fácilmente: basta con asomarse a la avenida Perón, en Yerba Buena, para comprobar la afluencia de gente aun cuando el termómetro aprieta. La cardióloga y corredora Agustina Abalsa es contundente: el corredor que entrena al aire libre y con altas temperaturas no está exento de riesgos. Puede sufrir deshidratación, dolor de cabeza, náuseas, cansancio, mareos y golpes de calor. Desde lo deportivo, además, su rendimiento puede verse afectado, pues es probable que no sea capaz de correr al mismo ritmo o la misma cantidad de kilómetros que bajo condiciones climatológicas más amables.

“Si hace demasiado calor, no es recomendable practicar actividad física”, advierte la médica. No obstante, hace la salvedad de los horarios adecuados: hasta las 11 y desde las 18. “Normalmente, la temperatura interna del cuerpo ronda los 36,5°. No debe superar los 38°. Pero cuando uno hace ejercicio, esas marcas ascienden a causa de la intensidad del esfuerzo, por el calor y por la humedad. Con 39,5° se verifican daños a niveles cardiovascular, renal y neurológico, entre otros. A los 40°, pueden producirse emergencias médicas severas”, añade.

Ante este panorama, Abalsa menciona la importancia de la hidratación en los entrenamientos. “No hay que esperar a tener sed, para beber. Se debe ingerir entre 500 y 600 mililitros de agua una hora antes de la actividad. Luego, durante el ejercicio, el líquido tiene que ser incorporado de a poco: aproximadamente 200 mililitros cada 15 o 20 minutos”, detalla. La reposición después de la corrida también es fundamental, porque contribuye a la recuperación. Conviene iniciarla tan pronto como sea posible, con agua, bebidas deportivas y frutas que contengan agua.

Otra advertencia de Abalsa es la humedad, característica de Tucumán. Pero volvamos a la pregunta de si es bueno o malo salir cuando el calor aplasta. Y es que -bien lo saben los runners- la cabeza y la voluntad también se entrenan. Siguiendo esa lógica, tal vez se pueda pensar que entrenar en situaciones adversas sirve para curtirse, para endurecerse. “No. No tiene sentido. Se expone el cuerpo a un riesgo innecesario. Tal vez los deportistas experimentados estén mejor preparados para afrontar estas condiciones. Pero los principiantes no deberían salir cuando el termómetro supera la barrera de los 30°”, reitera.

- ¿Qué opina de las personas que corren con abrigo, para bajar de peso?

- No es correcto que se dificulte la sudoración con fajas, vendas o ropa abrigada. Eso sólo sirve para aumentar el calor endógeno. No se pierden más grasas al impedir la liberación del calor.

Por último, enumera algunos síntomas de los golpes de calor, entre los que aparecen mareos, calambres, confusión, sequedad de la piel, aceleración del ritmo cardíaco, pérdida de conocimiento, vómitos y problemas para respirar.

Pero como el verano tucumano suele no dar treguas, hay cuatro puntos básicos que pueden tenerse en cuenta para salir a trotar con regularidad. En primer lugar, tal vez baste con modificar los horarios de los entrenamientos, como había mencionado Abalsa. La madrugada y la nochecita son los mejores momentos del día. En su libro “Memorias de un corredor”, el geólogo y runner Miguel Gianfrancisco tiene un capítulo dedicado a correr cuando hace calor. “Desde que corro, casi siempre lo hago a la siesta. Y cada vez que salgo a entrenar en verano, mis familiares me dicen: ‘estás loco, con el calor que hace...’. Pero cuando no te queda otra posibilidad, uno aprende a tomar precauciones, como andar por lugares con césped y árboles”, relata. De todos modos, ese horario tiene sus riegos y lo conveniente es evitarlo, aclara enseguida.

En segundo lugar, es importante que el corredor modifique, también, sus planes de entrenamiento. “Uno no puede exigirse los días de calor intenso porque el cuerpo no le responderá. Las pasadas, las series y los entrenamientos duros conviene dejarlos para otra ocasión”, agrega.

La tercera recomendación tiene que ver con la indumentaria. La ropa, e incluso las zapatillas, que deben ser livianas. La ciclista y corredora Estela Figueroa, dueña de una marca de indumentaria deportiva, dice que las mejores telas son aquellas que se expanden, porque secan rápido la transpiración y porque no se adhieren a la piel. “El algodón, en cambio, no se aconseja”, afirma. Además, se debe llevar gorra, anteojos y protector solar.

La última recomendación ya ha sido planteada por Abalsa: hidratarse. En definitiva, hay días en los que -en realidad- conviene no salir. Y hay otros en los que, con tretas, se puede correr sin que el sol sea una tortura.