Cartas de lectores

Alambrar el Parque 9 de Julio

Robar una obra de arte del Parque 9 de Julio es un delito inconcebible para un pueblo que pretende vivir acorde a las mejores normas culturales, éticas y sociales del mundo. Lamentablemente, todavía coexisten resabios de salvajismo difíciles de erradicar. Convivimos con monstruos que se alimentan de su única salvaje voracidad. Poco les importa si hacen daño o no, para obtener satisfacciones espúreas y artificiales que están fuera de contexto en la evolución del mundo. Estos son los enemigos del progreso y del bienestar, sólo alcanzable a través de siglos de formación cultural, como debe corresponder por medio de la acumulación de conocimientos. Desafortunadamente, tenemos que convivir con tales primitivos y salvajes conductas -inmensas piedras en el camino- que entorpecen nuestra ansiada realización social. Eliminar aquellos obligará a reestructurar ciertas normas de convivencia, tales como implantar códigos penales durísimos, que hagan entender que apropiarse indebidamente de elementos culturales, es decir, obras de arte de la comunidad, es también un delito de lesa humanidad. De lo contrario, tendríamos que considerar la idea de alambrar totalmente el Parque y poner candados durante la noche.

Darío Albornoz

Parque de Santa Ana

Autodefinido como portador del síndrome de Diógenes, es que tomé de mi pieza de servicios un ejemplar de LA GACETA del año 2011, y quedé intrigado por una nota de Alberto Elsinger y Osvaldo Ripoll sobre el parque de Santa Ana. Fue así que con mi familia decidimos realizar un viaje a ese oro en bruto que es dicho espacio. Al llegar tuve sensaciones encontradas: por un lado, maravillado por aquel lugar con árboles portentosos, copas tupidas, digno de Jurasic Park, según mi pequeño hijo, ejemplares del siglo pasado según la historia de Clodomiro Hileret. Bellas “flores del viento” en sus ramas, que aún siguen de pie, la escultural fuente de agua en desuso -entiendo que es un diseño francés-, esa pequeña pileta. Inmediatamente volé con mi imaginación para recrear lo que habrá sido este sueño hecho realidad. Pero por otro lado, me encontré también con sus lagos anulados, sus túneles con olor a orina - por la inconducta de la ciudadanía-, etcétera. Sentí tristeza al ver qué lejos está hoy este paraíso de aquella época de esplendor. Los vecinos de Santa Ana desconocen la mina de oro que poseen. Este lugar, que creo es patrimonio provincial, debe ser revalorizado de manera urgente y publicitarlo como atracción turística, lugar que sin lugar a dudas en perfecto estado de conservación modificará la monótona vida de esta localidad. El señor Gobernador, el ministro del Interior o el funcionario a quien le corresponda, deben ponerse a trabajar de manera urgente; repito, en este lugar de ensueño. Una comunidad entera se lo agradecerá, amén de la contribución que harán a nuestro medio ambiente.

Marcelo Maza

Constitución 1.600 - Tafí Viejo

De robos y apariciones

Indudablemente, respecto a los robos, en Tucumán la realidad ya supera ampliamente a la ficción. Y la cereza del postre es la extraña desaparición de la estatua “Meditación” del Parque 9 de Julio, hecho acontecido en agosto pasado. Puesto que el peso de dicha estatua es de 2,5 toneladas, no sería descabellado pensar que a la misma se la hayan llevado los marcianos. Y como sobre apariciones y desapariciones misteriosas ya no hay nada comprobable, sugiero que se refuerce la vigilancia de la Casa Histórica, para evitar sorpresas como la del siguiente cuento popular que contaba mi padre. Decía: “A fines de los años ‘40, vino un hombre de España a Tucumán, subió a un coche de plaza y le pidió al cochero que le hiciera conocer la ciudad. En el curso del paseo, el visitante iba preguntando sobre las obras edilicias (cómo se llamaban y en cuánto tiempo las construyeron) de nuestra ciudad, preguntas a las que el conductor respondía con amabilidad, pero su interlocutor las arremetía diciendo que, en su pueblo, a esas obras las realizaban en mucho menor tiempo que en el que las realizaron acá. Harto del menosprecio a nuestra mano de obra, el cochero se dirigió hacia la avenida Sarmiento entre Maipú y Muñecas, donde se encuentran el Casino (donde funcionaba el famoso Hotel Savoy), el viejo edificio del Poder Legislativo y el Teatro San Martín. Casi llegando a media cuadra, el pasajero le dijo al conductor: ‘Pará, pará, ¿y esto? No me hablaste de esto, ¿cómo se llaman estos tres edificios?’. A lo que el cochero, mirando a los mismos, le respondió con admiración: ‘La verdad es que recién los veo. Anoche, como a las once (de la noche) (las 23 horas), pasé por acá y esto era todo un descampado”.

Daniel E. Chávez

El puente no resistía

El puente de avenida Colón, diseñado y calculado como una estructura supuestamente isostática, no puede ser sometido a impactos dinámicos como el de un camión de gran porte, cargado con 20 m3 de áridos que tiene un peso bruto aproximado de 50 toneladas. Cada uno de los 16 tensores (del puente), de 50 mm de sección, resistía por tracción mínimamente 90 tn. Sumados, soportaban 1.280 tn. La ecuación de Lord Kelvin: Energía cinética= 1/2mv2, nos dice que la energía con la que el camión ingresó al puente dependía de su masa (m) por la velocidad al cuadrado (v2). No hubo detención por impacto, sino una rapidísima desaceleración y entrega energética, por la tremenda fricción de los neumáticos contra la calzada colgante, presionados por las 50 tn, que cortó limpiamente los 16 tensores e hizo deslizar la calzada, apoyada sobre el estribo Sur (ingreso), impulsándola junto al camión a la banda opuesta, donde ambos quedaron montados sobre el terraplén Norte del canal, contra el que impactaron. El automotor debió haber entrado a alta velocidad al puente. Por ejemplo, si lo hizo a 30 km/h (83,3 m/seg) su energía cinética hubiera sido de 4.200 tn-metro. El peritaje determinará su cuantía. Las “pruebas de carga” que normalmente se realizan sobre los puentes, se hacen colocando camiones cargados que ingresan uno tras otro a baja velocidad sobre aquellos. No tienen en cuenta el impacto de un móvil dinámico. Son adecuadas para un puente con pilas o pilotes rígidos, pero no son aplicables a un puente colgante, que reaccionará ante la excesiva solicitación de la calzada a manera de un columpio, una vez que su calzada escapa del estribo de apoyo.

Elio E. Vélez

Monteagudo 613 - San Miguel de Tucumán

Biblioteca Alberdi (I)

Lamentable es ver la clausura de la Biblioteca Alberdi por parte de una repartición municipal. El remedio aplicado a una institución que es orgullo de los tucumanos, nos muestra no sólo el abandono e indiferencia de una biblioteca -que hace bastante tiempo viene con sus altibajos-, sino que deja al descubierto la incapacidad, la falta de idoneidad y, en especial ,el compromiso social y cultural de los funcionarios que producen resoluciones cómodamente sentados en sus despachos desconociendo el daño que ocasionan. La sociedad debe involucrarse y defender esos espacios independientes, plurales y libres; hoy es la Biblioteca Alberdi o la Sarmiento, y así irán desapareciendo ante la mirada dormida de los tucumanos. Este es el resultado de una clase política divorciada de la sociedad, preocupada por mantener sus privilegios por encima de los intereses de la comunidad, y para ello precisa desculturizar al pueblo. La historia los juzgará como mediocres e incapaces que destruyeron parte de nuestra identidad.

Juanita Sánchez Barot

Biblioteca Alberdi (II)

No es la primera vez que la Biblioteca Alberdi atraviesa momentos difíciles, y a pesar de todo sigue adelante con muchas limitaciones y carencias. Pero de ahí a llegar a la clausura es realmente un disparo al corazón de miles de tucumanos, que alguna vez pasamos por esa biblioteca. Conociendo que estamos en Tucumán, clausurar una biblioteca con la excusa de no tener un sistema contra incendios, hace ruido y trae a la memoria otras épocas donde callar las voces de la cultura era moneda corriente.

René Posse

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