Una joven tucumana denunció que la habían secuestrado, pero era mentira y ahora deberá tratarse con psicólogos

Una joven tucumana denunció que la habían secuestrado, pero era mentira y ahora deberá tratarse con psicólogos

La denuncia falsa movilizó a la Policía y a la Justicia.

FUERZAS DE SEGURIDAD. Los policías perdieron el tiempo investigando la denuncia del falso secuestro. ARCHIVO FUERZAS DE SEGURIDAD. Los policías perdieron el tiempo investigando la denuncia del falso secuestro. ARCHIVO
02 Octubre 2017

Otra vez, una falsa denuncia de una joven generó un movimiento innecesario en la Policía y en la Justicia. Sin embargo, en este caso, la chica fue obligada por el fiscal a recibir tratamiento psicológico con el fin de corregir la conducta que tuvo. Si no cumple, podría sufrir consecuencias legales.

Todo comenzó el miércoles. La joven de 19 años dijo que caminaba por la avenida Papa Francisco cuando fue interceptada por un hombre que la obligó a subir a un Toyota Corolla negro con vidrios polarizados. Dijo además que, al ingresar al vehículo descubrió a otra chica que tenía atada sus manos y que se encontraba inconsciente.

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La supuesta víctima relató además que sus captores le habían administrado algún tipo de sustancia porque perdió el conocimiento. Indicó también que, al despertarse, se dio cuenta que la habían dejado abandonada en la autopista San Martín que conduce a Famaillá. Contó que no había sido golpeada ni abusada sexualmente, a pesar de que la habían amenazado, y que tampoco le habían sustraído ninguna de sus pertenencias.

Después de comunicarse con sus padres, denunció lo que le había sucedido. La Policía, por orden del fiscal Diego López Ávila, actuó de inmediato. No sólo se movilizaron para detener a los supuestos captores, sino que además se preocuparon por la otra jovencita que la chica dijo haber visto maniatada en el interior del vehículo.

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El comisario Fabián Salvatore, jefe de la Dirección de Delitos Complejos, le confirmó a LA GACETA que por este caso se movilizó a las divisiones Trata de Personas y Delitos contra las Personas, al mando de los comisarios Julio Fernández y Marcelo Sallas, con un equipo de por lo menos 10 efectivos. Paralelamente, a través de una circular radial, se puso en conocimientos a las cinco regionales para que trataran de ubicar un vehículo de esas características con tres ocupantes, especialmente en los puntos limítrofes de la provincia. Las camionetas y motos del Servicio 911 también se sumaron a los operativos.

El desenlace

Mientras los uniformados hacían su trabajo, López Ávila había ordenado a su personal que estuviera listo para tomarle declaración a la joven y brindarle atención especial por el mal momento que supuestamente había vivido. El fiscal escuchó atentamente a la joven y le pidió que le entregara el celular para realizar una serie de pericias. El investigador le contó que, analizando el teléfono, podrían detectar por donde la habrían llevado e incluso determinar si lo habían utilizado para comunicarse. Esa información, según confiaron varias fuentes judiciales, desfiguró el rostro de la estudiante universitaria.

El fiscal, entonces, decidió mantener una charla con la denunciante, que según los testigos duró poco más 10 minutos. Nadie supo qué se dijeron, pero sí que la supuesta víctima decidió dejar sin efecto su declaración –no era oficial porque aún no la había firmado- y se retiró del lugar. El fiscal, mientras tanto, habló con los padres de la chica para anunciarles que su hija no había sido víctima de ningún delito y que ella misma se encargaría de decir la verdad.

Les anunció además que debería afrontar un tratamiento psicológico para reflexionar lo que había hecho y para que, fundamentalmente, aprenda a afrontar los problemas que se le puedan presentar en el futuro. Si no lo cumple, afrontaría un proceso judicial.

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