Los perros que encontraron a Araceli Fulles podrían esclarecer el caso Daiana

Los perros que encontraron a Araceli Fulles podrían esclarecer el caso Daiana

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La cuadrilla de canes llegados desde Punta Alta trazaron el supuesto recorrido de la joven desaparecida hace 15 días en Alderetes.

21 Mayo 2017

Los perros del cuerpo K9, pertenecientes a Bomberos de Punta Alta, encontraron en las últimas horas una serie de pistas que podrían ayudar a esclarecer el caso de Daiana Garnica, la joven de 17 años desaparecida hace 15 días, en Alderetes.

Según se conoció hoy, los canes que encontraron a Araceli Fulles y fueron traídos especialemnte a la provincia para sumarse a los rastrillajes del caso Daiana, marcaron algunos indicios que serán investigados por la Justicia en las próximas horas.

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Los integrantes del K9 fueron llevados a la casa de la joven desde donde, luego de olfatear algunas de sus pertenencias, marcaron un supuesto recorrido que habría hecho la adolescente, que fue vista por última vez el sábado 9 de mayo. Esa tarde salió para acompañar a Darío Suárez, de 40 años, quien se convirtió en el principal sospechoso del caso.

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Precisamente al primer lugar que fueron los perros fue a la casa de Suárez. De ahí guiaron a los investigadores hasta una finca, que sería propiedad de Juan Mátar, propietario de la ladrillera, el último destino de los canes antes de perder el rastro de Daiana.

En la búsqueda se recopilaron pedazos de prendas que podrían ser de la víctima.

Si bien son muchas las hipótesis que analiza el fiscal Claudio Bonari, la que más fuerza tiene es que la adolescente de 17 años habría sido asesinada. La causa está caratulada como privación ilegítima de la libertad seguida de homicidio, aunque todavía no hay un solo rastro de la chica.

El fiscal sospecha que Suárez abusó de Daiana y luego la asesinó y se deshizo de sus restos quemándola en el horno de la cortada de ladrillos. Estima, además, que contó con la colaboración de varias personas, entre las que se encuentra un amigo y compañero de trabajo suyo, Fabián "Sapo" Pacheco, y el dueño de la ladrillera, Mátar.

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