“Mami, no quiero ir”, le confesó “Manolo”

“Mami, no quiero ir”, le confesó “Manolo”

Manuel Medina intuía que algo malo iba a pasarle. Celia Gómez recordó que su hijo, de 19 años, le manifestó ese presentimiento y que tenía miedo la última vez que lo vio en su casa de Villa Celina (Buenos Aires). Era febrero de 1982. Tres meses después, el nombre del conscripto se inscribiría en la lista de caídos. “Manolo” había sido destinado a la sección Botes de la división Máquinas en el Belgrano.

Medina figura entre los 23 tucumanos fallecidos a bordo del crucero. Pero fue imposible encontrar documentos que corroboraran su origen. Tanto en los relatos publicados de su madre como de su hermano, Jorge Raúl Medina, nada se menciona sobre la provincia.

Una entrevista con Celia Gómez fue publicada en un blog (http://historiadevillacelina.blogspot.com.ar) a principios de 2015. “En el barrio a él todos lo querían. A los 18 años le tocó el servicio militar, una desgracia lo que pasó en el 82, en el crucero. Le dijo a su papá: ‘yo sé que algo va a pasar, algo malo’. Y ya ese día no se quería ir. Me decía: ‘mami, no quiero ir’. Yo le dije, ‘si no cumplís, va a pasar peor’. Y bue... Se tuvo que ir”, recordó.

Ella se enteró de lo ocurrido en el club de Villa Celina, mientras tejía bufandas que serían enviadas a los soldados en las islas. “Vino una señora que no sabía que tenía un hijo en el barco y me dijo: ‘¿sabía que le tiraron una bomba al Belgrano?’. ‘No, no puede ser’, le dije”.



“Andábamos buscando por todos lados, hasta en Puerto Belgrano, por si andaba quemado, pero no nos dejaron entrar -continuó la madre-. Él está como desaparecido. Siempre mi marido dice que él no está muerto, que está por ahí, por el barrio y que ya no conoce a nadie. El corazón de nosotros lo dice así. Cuando hacen el homenaje yo no voy, yo lo tengo en el corazón. Para mí, mi corazón dice que está vivo”.

Jorge Medina brindó una larga entrevista a la revista La Palmera. Contó que se habían criado en Buenos Aires y destacó la solidaridad de sus vecinos ante la tragedia: “cuando se enteran de que mi hermano queda desaparecido, la casa estaba llena. Mi mamá con mi papá, abrazados, llorando. Amigos de mi hermano salieron a pedir ayuda, porque mi viejo no tenía plata para viajar”. Jorge, detalla la nota, fue militar e investigó por su cuenta. Pudo saber que su hermano llegó a la cubierta principal. Después, nadie más lo vio.

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