17 Mayo 2015
Lamento afirmar que a nadie debiera sorprender lo sucedido. Es una muestra más de la irracionalidad en que vive gran parte de nuestra sociedad. Estamos asistiendo a la supremacía de la irrespetuosidad y la inconducta. La agresividad sobre los jugadores de River, no es ni más ni menos que lo que sufre el ciudadano común. Se le debería haber dado una ejemplar sanción para el club, para los agresores y para los responsables de seguridad. Basta ya de intentar accionar luego de que ocurren los hechos, ya es hora de hacerlo preventivamente con conciencia e idoneidad. El único acierto fue demorar en dar a conocer la decisión de suspender el partido, pues se corría riesgo de una reacción inadecuada. Comparto el comportamiento de los árbitros, de esperar que los responsables de seguridad efectuaran un desalojo ordenado de los hinchas.
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