Lo que fue un escándalo terminó en un bochorno

Lo que fue un escándalo terminó en un bochorno

Bronca, frustración, indignación, dolor. Eso es lo que sintieron aquellos ingenuos que pensaron que la Conmebol se pondría los pantalones largos y emitiría un castigo ejemplar contra Boca y todo el fútbol argentino. Entendían que esta era la oportunidad de poner punto final a los violentos que matan al deporte que tanto aman. Soñaban con una sanción similar a la que le aplicó la UEFA a los ingleses en los 80. Hartos de los desmanes que protagonizaban los temibles hooligans, decidieron cerrarles las puertas de sus torneos internacionales hasta que acabaran con el salvajismos de sus fanáticos. Pero el organismo que maneja el fútbol de la región se rindió a los pies de los violentos, como lo viene haciendo la AFA desde hace décadas.

El problema en Argentina son los mensajes contradictorios. Daniel Angelici, presidente “xeneize”, casi entre lágrimas pidió a los dirigentes a unirse para acabar con los violentos. Sin embargo, en el descargo presentado ante el organismo y después de haberse conocido el fallo, el directivo quería que se les permitiera seguir jugando el duelo y, por todo lo que sucedió, el show no puede ni debe continuar. Ni hablar que su club no hizo ni un comentario oficial cuestionando a Agustín Orión porque saludó y aplaudió a los violentos que arrojaban proyectiles a los jugadores de River. El Gobierno sigue mirando a otro lado imprimiéndole un tinte político al problema. Solo un desvergonzado como el secretario de Seguridad de la Nación Sergio Berni puede asegurar que el operativo fue éxito y no dice ni una palabra que a tres días de haberse producido el escándalo no hay ningún detenido y sí responsabiliza a los directivos “xeneizes” porque están vinculados a la oposición.

Los dirigentes deportivos y políticos, para no ser salpicados, se mantuvieron en un prudencial silencio. En un país serio -no como el nuestro- este tipo de situaciones generan un inmediato debate para analizar qué se hizo mal y qué se puede hacer para corregir. La última esperanza era la Conmebol. Pero también defraudó y hoy los violentos celebran otro triunfo.

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