Atlético no encuentra la cura

Atlético no encuentra la cura

El “Decano” sigue sufriendo goles de pelota parada que ya le significaron varios puntos menos.

MOTIVO DE CHARLA. Evangelista, que en la foto supera a Ramírez durante el partido del miércoles, mostró su preocupación por las pelotas paradas en contra.  foto de marías napoli escalero (especial para la gaceta) MOTIVO DE CHARLA. Evangelista, que en la foto supera a Ramírez durante el partido del miércoles, mostró su preocupación por las pelotas paradas en contra. foto de marías napoli escalero (especial para la gaceta)
Atlético trabajó entre agua para encontrar solidez. Ayer por la mañana, en el día posterior a la pérdida de la punta de la Zona B (un liderazgo, es cierto, más simbólico que real para quienes sólo les interesa ocupar los puestos de ascenso, o sea los cinco primeros de cada grupo), el equipo de Héctor Rivoira se despidió de Tandil con trabajos regenerativos en la piscina del hotel. No se trató, por supuesto, de un entrenamiento táctico sino físico, pero el entrenador y los jugadores enfilaron al mediodía en colectivo hacia Buenos Aires con una obsesión: basta de recibir goles de pelotas paradas. Prohibido volver a distraerse.

El gol de Emiliano Capella a la salida de un córner, en el minuto 90 de una noche descartable contra Santamarina, fue la repetición de una herida. En la cuenta regresiva para el partido de pasado mañana contra el nuevo puntero, Crucero, los jugadores y Rivoira se lamentan por la reproducción de un dolor de cabeza que ya se convirtió en crónico: el “decano” sufre en las jugadas de pelota detenida.

“Todos los goles que nos hacen son de pelota parada. Debemos replantear esto seriamente. No nos puede volver a pasar. Hay que mentalizarse que los partidos duran 96 minutos”, dijo Bruno Bianchi, que junto con su compañero de defensa central, Javier Malagueño, había sido de lo mejor de su equipo hasta que llegó el gol de Capella. Acaso Bianchi tenía más bronca porque los goles en pelotas detenidas no sólo son responsabilidad de la defensa sino de todo el equipo.

Bianchi enfatizó en un tema: “Todos los goles que nos hacen son de pelota parada. O de penal, o de lo que sea, pero de pelota parada”. Y la queja del defensor tiene sustento estadístico: ocho de los nueve goles que Atlético recibió en la primera rueda fueron, efectivamente, de pelotas detenidas (cuatro de cabeza). El “decano” ve un córner, un tiro libre (y por supuesto un penal) y entra en crisis.

El repaso es elocuente. Los goles de Unión fueron a la salida de un córner (Enrique Triverio) y de penal (Claudio Guerra). El de Temperley llegó de cabeza (Javier Grbec) tras un tiro libre con forma de centro desde la izquierda. El primero de Huracán fue una excepción, una pelota en movimiento (remate de Patricio Toranzo desde afuera del área), pero el segundo fue de penal, de Ramón Ábila. El de Sarmiento, de Héctor Cuevas, fue muy similar al de Temperley: tiro libre desde la izquierda, centro y cabezazo. Lo mismo con el de Patronato (Carlos Quintana). El de Sportivo Belgrano fue otro tipo de desatención: tiro libre al borde del área que los cordobeses ejecutaron rápido y terminó con el descuento de Marcos Danguise. Y el miércoles, en Tandil, córner y doble cabezazo, primero de Roger Martínez y después de Capella, para el gol de Santamarina.

“En las pelotas paradas tenemos que estar más concentrados”, coincidió otro defensor, Fernando Evangelista, mientras que Rivoira también reconoció el error remanente. “Trabajamos mucho las pelotas detenidas a favor y en contra, pero el gol (de Santamarina) fue una desconcentración nuestra. No lo supimos defender”, dijo Rivoira, que también usó una palabra poco habitual: “Negligencia”.

Después del trabajo regenerativo de ayer, Atlético se entrenará hoy en Buenos Aires y viajará mañana temprano a Posadas para el partido del domingo contra el nuevo puntero, Crucero del Norte. Rivoira y sus muchachos ya están avisados: ante cada córner o tiro libre, alerta máxima. De lo contrario, seguirá perdiendo partidos, lugares en la tabla y, por sobre todo, confianza.

Comentarios