Me impactó su humildad
Enero de 1993. En los jardines de la Hostería del ACA de Tafí del Valle me paseaba nerviosa. Mi apichonaba saber que entrevistaría a un grande del cine argentino, al actor más importante de fines del siglo XX. De pronto veo su estampa arrolladora, la misma que me hizo suspirar en sus películas, como en “El Santo de la Espada”, o en sus interpretaciones de teatro, como en “Las Brujas de Salem”, allá por 1973, en Rosario. Lo tenía en vivo y en directo. Alfredo Alcón salió con jean, remera blanca de algodón y un cigarrillo encendido. “¡Hola! y perdón por la demora...”, se disculpó con su voz varonil, inconfundible, única, y me dio un beso en la mejilla. Su actitud simple y cálida me hizo temblar aún más. Me moría de vergüenza. El hombre -con gran experiencia en estas lides- se percató de mi estado y con mucha naturalidad tomó el timón de la situación. “Vení, sentémosnos en esta pirca y charlemos de este proyecto de Gerardo Vallejo..., no me gustan los reportajes”. Le aclaré que sobre la película en sí (“Con el alma”) haríamos otra nota, que lo estaba esperando para que habláramos de su vida cotidiana, que quería conocer los gustos personales para contarle a los lectores cómo es el hombre que hay detrás del actor argentino más premiado y admirado de su generación... Nos sentamos en la pirca. Oteó el paisaje, clavó la mirada en los cerros y fumaba sin emitir palabra... Su silencio me ponía más ansiosa. No podía dejar de mirarlo, salvo cuando bajaba los ojos para escribir uno que otro dato en mi agenda.. “No me estoy haciendo el interesante. ¡Nooo!, nada de eso. Mi vida es la de un hombre común, no tiene nada de extraordinaria... En realidad, me resulta difícil hablar de mi mismo. No sé qué decirte... Soy tímido, me cuesta hablar fuera de las tablas, fuera de un libreto”, me respondió. Prendió otro cigarrillo y me dijo: “Te voy a pedir algo: mañana, cuando vayamos a la Cruz Mayor del cementerio de Tafí a filmar el encuentro de Don Quijote (encarnado por él) y de Martín Fierro (personificado por Lito Cruz), escribí tu impresión personal de ese hecho. Acordate, ese encuentro mágico será mucho más importante que mi vida...”. Aquel día descubrí que Alfredo Alcón tenía la humildad y la sencillez propias de los grandes talentos.

Comentarios