Sin códigos y sin respuestas

Sin códigos y sin respuestas

Las nuevas generaciones de violentos patean el tablero.

CIUDADELA CALIENTE. En San Martín se registraron incidentes graves entre sus seguidores. Miembros de la barra atacaron a golpes a los hinchas que agredieron a los simpatizantes de San Jorge.
CIUDADELA CALIENTE. En San Martín se registraron incidentes graves entre sus seguidores. Miembros de la barra atacaron a golpes a los hinchas que agredieron a los simpatizantes de San Jorge.
22 Diciembre 2013
“Se rompieron los códigos. Ya no es como antes. En las tribunas se imponía el que pensaba por el bien de todos y no para beneficio propio únicamente o de un determinado grupo. Antes si había una diferencia la resolvíamos a los golpes. Ahora, por cualquier cosa te sacan un fierro y chau. Cualquiera es guapo con fierros”. Lo dice un referente de la hinchada de San Martín que, según cuenta, pese a sus años, lo siguen respetando en todas las canchas.

“Lo que pasa es que los pendejos son indomables”, aporta uno de los integrantes de La Inimitable, la facción más poderosa de la hinchada de Atlético. Indomable, en la jerga del tablón, significa nada menos que jóvenes rebeldes que intentan hacer méritos para llegar a lo más alto de esa pirámide de mando. “Los changos están muy drogados y muchas veces ni nosotros los podemos parar”, advierte el fanático que tiene muchos años de tribunas.

Como empresarios
Ambos coinciden que los grupos que integran nada tienen que ver con lo que ocurre en Buenos Aires. “Allá la historia es otra, nosotros somos unos perejiles a la par de ellos”, dice el barra “decano”. El “santo” va más allá: “Son como empresarios. El negocio es muy grande y reciben mucho dinero. Por eso se van de vacaciones a Punta del Este o hacen cruceros. Yo, en cambio, apenas puedo ir a El Mollar y no salgo con páginas completas en Caras”.

Los barras, que aceptaron hablar sin que se publique su nombre, juran que ellos viven de las entradas que reciben y que venden; las rifas que realizan de artículos donados por los futbolistas; los cánones a los vendedores ambulantes que se instalan en las inmediaciones del estadio y lo que les pagan los dirigentes políticos o sindicales para que les hagan ruidos en los actos que desarrollan.

“Estamos muertos porque no podemos viajar a ningún lado por la veda del público visitante. Por eso hay mucho bardo con las barras. Se achicó la torta de la que todos quieren comer”, graficó el hincha “santo”. “Ellos están acostumbrados a vivir con lujos y ahora no pueden dar marcha atrás”, agregó el “decano”.

La otra cara
En la otra vereda están los responsables de materia de seguridad que no saben cómo erradicar definitivamente a los violentos. “Las cifras son preocupantes. La situación es complicada porque no podemos determinar si todas las medidas que se aplicaron fueron exitosas, fracasaron o simplemente no alcanzan”, opinó Jorge Díaz, jefe de Seguridad Deportiva de la Policía.

El comisario desconoce cuáles serán las medidas que se tomarán a nivel nacional para detener esta escalada de violencia. “Soy un convencido de que aquí se debe actuar de manera conjunta. Directivos de clubes, Justicia, legisladores, funcionarios de los gobiernos nacionales y provinciales deben involucrarse aún más para poner punto final a este flagelo. Conn uno o dos solos no alcanza”, opinó.

Ejemplos
Y el funcionario puso como ejemplo las denuncias que realizaron los directivos de Atlético y de San Martín para frenar a los violentos de sus clubes. “A partir de ese momento tuvieron otro comportamiento, pero no fueron todos. Los de Deportivo Aguilares, por ejemplo, siguen sin aplicar el derecho de admisión a los dos grupos que se están enfrentando y que ya generaron la muerte de dos jóvenes en esa ciudad”, explicó.

En la Liga
En el torneo de la Liga Tucumana de Fútbol pasó algo similar. Sus directivos, después de mucho tiempo, se pusieron firmes con los clubes cuyos hinchas provocaron incidentes. Clausuró estadios, ordenó jugar a puertas cerradas, los obligó a presentarse en estadios neutrales y hasta les quitó puntos. “A veces nos preguntamos qué más se puede hacer para frenar a los violentos. Obviamente que con estas sanciones no alcanza para erradicarla definitivamente”, reconoció con razón, Darío Zamorate, presidente de la institución. El debate quedó instalado.

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