Impresoras 3D: la creatividad comienza a tomar volumen

Impresoras 3D: la creatividad comienza a tomar volumen

Aunque se pueden construir desde zapatos hasta prótesis médicas, y todo desde el escritorio de una casa, lo mejor todavía está por verse. Video.

LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ - ANTONIO FERRONI LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ - ANTONIO FERRONI
05 Diciembre 2013

Dos ideas vienen a la cabeza cuando uno ve funcionando una impresora 3D: 1) “Ah, en realidad era mucho más simple de lo que pensaba” y 2) ¡Quiero una ya mismo! Porque, en definitiva, no deja de ser una impresora. Tal vez un poco más cara que las que que imprimen letras y fotos sobre papel, pero tampoco tanto: por $15.000 podés tener una. Es lo que cuesta un Smart TV de 46”, más o menos. Convengamos algo: la revolución de la impresión 3D no vendrá por las máquinas en sí, sino por los usos que se le den a esta tecnología que está dando sus primeros pasos en un camino infinito.

“Respostería” robótica

Una impresora 3D combina un sistema de fundición de plástico - una boquilla muy similar a una manga de las que se usan en repostería- con un brazo robótico que se mueve según lo que le indique una computadora. Este brazo dibuja primero una imagen plana del objeto y luego traza numerosas capas milimétricas (de 0,10 milímetros e incluso menos) que se superponen y se funden unas con otras formando el volumen deseado. Esta operación se llama extrusión.

Con este principio se diseñan objetos en cualquier programa de modelado 3D (Autocad, SketchUp, Rhinoceros, etcétera), luego se optimiza la impresión con un programa especializado -que es el que interactúa con la impresora-, se pone “play” y sólo resta esperar... un tiempo para nada despreciable: en los modelos de impresora más comunes, una pieza de 2x1x1 centímetros puede demorar hasta 40 minutos en imprimirse, dependiendo se la definición que se le pida. El tamaño, en esta tecnología, sí es una limitación: las impresoras domésticas pueden imprimir piezas de hasta 20 x 20 x 20 cm, pero se espera que vayan creciendo de tamaño con el pasar del tiempo.

¿El nuevo torno?

Dijimos que la revolución vendrá por los usos y aplicaciones más que por la máquina en sí. Por el momento, los usos más difundidos de la impresión 3D son el prototipado de objetos, la construcción de matrices o moldes y la fabricación de repuestos imposibles de conseguir. “Por el momento no podemos decir que sea una herramienta de producción, una técnica para fabricar productos de manera masiva, principalmente por los tiempos que se manejan”, explicó Matías Rohmer, docente de la carrera de Diseño Industrial de la universidad San Pablo-T. Esta institución incorporó hace dos meses una impresora 3D para que los chicos hagan prototipos rápidos.

“Sí, podríamos hablar del nuevo torno. Pero de ningún modo les queremos quitar trabajo a los torneros, sino más bien ayudarlos”, aclaró Jorge Anis, quien junto a sus dos hermanos llevan adelante una empresa tucumana que fabrica y comercializa impresoras 3D y otras máquinas automatizadas. Anis explicó que con la impresora se pueden fabricar rápidamente engranajes u otras piezas que necesitan de mucha precisión y que a un tornero le llevaría mucho tiempo realizar.

A diferencia de un torno, que trabaja devastando material de una pieza en bruto, la impresora 3D construye por adición de material. En el caso de las domésticas, utilizan plásticos de gran resistencia como el ABS y el PLA que, una vez finalizados, pueden ser lijados y pintados para darle un acabado definitivo. En entornos más especializados, se están realizando impresiones en metales que se funden en la misma máquina. Además de las impresoras, existen escáners 3D que permiten realizar una copia exacta de piezas en tres dimensiones para luego ser impresas con una de estas máquinas.

Esto recién empieza y aunque a veces cueste imaginarse cómo funcionan, en poco tiempo será un aparato más en la casa. Una fábrica infinita que cabe en un escritorio.

Aunque se pueden construir desde zapatos hasta prótesis médicas, y todo desde el escritorio de una casa, lo mejor todavía está por verse

Máquina autoreplicable

Más del 26% de las impresoras 3D que funcionan en el mundo pertenecen a RepRap Proyect. Se trata de una proyecto abierto en el que se comparte información sobre cómo crear y usar las impresoras 3D. Tanto los planos de construcción, el hardware y el software del sistema son de código abierto, es decir que cualquier persona puede tomarlos de internet y armar su propia impresora, e inlcuso insertarle mejoras. El “cerebro” de la impresora es una placa Aduino, una plataforma de hardware libre. Buena parte de las piezas que conforman una impresora 3D son realizadas con otra impresora 3D, por lo tanto se considera que estas máquinas son “autoreplicables”. Muchas empresas que venden los dispositivos, en realidad, los construyen con este sistema gratuito y luego lo comercializan. Pero ello no quita que un curioso pueda armarse su impresora sin pedirle permiso a nadie.

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Usos habidos y por haber

La era de la personalización.- “Me imagino, en un futuro, una impresora 3D en todas las casas y los usuarios fabricando sus propias cosas. Por ejemplo, una chica imprimiendo un collar que va a usar en la fiesta de la noche. Ahora que está tan de moda la personalización máxima de los objetos, podría funcionar muy bien”, opinó Joaquín Corbalán, estudiante de Diseño Industrial en la USP-T. 

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Prótesis casera.- La impresión 3D está siendo utilizada en medicina para realizar prótesis a medida (foto). Pero la noticia que conmovió al mundo fue la de un padre estadounidense que imprimió una mano para su hijo de 12 años que había nacido sin dedos. El costo de esta prótesis casera fue de u$s 5, contra los 30.000 que le hubiera costado en un hospital.

¿Adiós a los palitos de helado?- En los estudios de arquitectura más importantes del mundo, la impresora 3D es casi tan imprescindible como una impresora común, sobre todo para hacer maquetas (foto). “El uso que le damos los arquitectos es el de maqueteo, pero sigue siendo un método un tanto caro y en vias de desarrollo, más para una maqueta final o de estudio volumétrico pero dificilmente de trabajo, ya que se trata de un objeto terminado y casi imposible de modificar. La usé para realizar una maqueta de un puente/rotonda sobre una autopista, con formas sinuosas y orgánicas, muy controlables en un programa de modelado 3D, pero muy complicado de hacer con cartón, por ejemplo”, contó Martín Muntaner, arquitecto tucumano que trabaja en el estudio Krausbeck, en Suiza.  Adrián Ponce, diseñador industrial que vive en Córdoba, asegura que es una gran herramienta para hacerle comprender al futuro cliente el objeto que se ha diseñado. “Los clientes necesitan verlo, tocarlo, no les basta con imaginar o mirarlo en una imagen 3D en la computadora”, señaló.

Una banda en 3D.- En Nueva Zelanda, una banda de música creó una guitarra eléctrica, un bajo, el equipo de batería y un teclado, todos con una impresora 3D. Con esta muestra, esta tecnología dio un nuevo paso hacia adelante y mostró que el futuro todavía no está “cantado”. Los instrumentos fueron creados por el ingeniero Olag Diegel y serán presentados en vivo con un recital que se llevará a cabo en la feria de diseño EuroMold , en Frankfurt, Alemania.

“The big bang theory”.- Las impresoras 3D llegaron hasta el set de filmación de una de las series más populares del momento. En uno de los capítulos de “The Big Bang Theory”, que se emite por Warner, los protagonistas crean figuras de ellos mismos con uno de estos equipos. Obviamente, este es el disparador para una gran cantidad de situaciones hilarantes. De todos modos, esto no ocurre solamente en la ficción. Durante la Animé Contents Expo 2013, que se realizó en Japón, Sony presentó Prigure, su servicio de impresión 3D: escanea a una persona y, tras una serie de ajustes, imprime la figura de ese individuo en 3D.

Made in Tucumán

Los “inventores” de Villa 9 de Julio están a punto de patentar su propia impresora 3D

“Pegasus” es el nombre que llevará la primera impresora 3D diseñada y construida en Tucumán. Está tomando forma en las oficina de ABM, una empresa de tres hermanos que se autodenominan “inventores”: Fernando, Jorge y Raúl Anis. Ninguno de los tres ha seguido carreras específicas vinculadas a la tecnología, pero el interés, la curiosidad, los cursos, la prueba y el error los llevó a montar este negocio que se dedica, principalmente, a construir routers para cortar polifán. “Cuando nos dieron el préstamo Capital Semilla entramos en la categoría de inventores”, explica Raúl, el mayor de los tres y el encargado del área de desarrollo. Pegasus estará lista en unos 15 días y presentará mejoras respecto de los modelos de código abierto más difundidos. 

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