23 Octubre 2011
Lejos de aquel joven que demolía hoteles o lideraba una revolución dentro del rock argentino, pero con su estilo intacto y la leyenda a flor de piel, Charly García cumple hoy 60 años. Y lo festejará en la intimidad mientras prepara una serie de seis conciertos en un teatro porteño.
Nacido Carlos Alberto García Moreno el 23 de octubre de 1951, es uno de los referentes máximos del rock en español. La riqueza de sus composiciones y la profundidad de sus letras lo elevan al Olimpo de nuestra música popular, a la altura de Astor Piazzolla, Homero Manzi y Atahualpa Yupanqui. Y no es una exageración.
Desde muy joven puso su poesía al servicio de la música y su "revolución" en tiempos en que fueron por demás difíciles. Desde el juvenil Sui Genéris, junto a Nito Mestre, Charly le abrió la cabeza a más de una generación, con "Natalio Ruiz, el hombrecito de sombrero gris" y temas que aún perduran y son de culto como "Confesiones de invierno", "Canción para mi muerte" o "Necesito". Otra banda emblemática -Serú Girán- y la extraordinaria carrera solista posterior terminaron de delinear su riquísimo perfil artístico.
En Tucumán, Charly también dejó una huella imborrable a lo largo de varias visitas (y algún folclórico escándalo). Muchos recuerdan aquel emblemático recital en 1977, cuando se presentó con La máquina de hacer pájaros. "Fue una noche mágica, que no sólo incluía esa música maravillosa, sino también el histrionismo de esos artistas irrepetibles", comentó Lucrecia Molina (tenía 17 años cuando asistió al recital).
En 1986, Charly se presentó junto a Pedro Aznar en Villa Luján. Esa noche volvió a repetirse la magia. "El espectáculo era una mezcla de tangos y de rock, pero los músicos lo transformaron en una experiencia imposible de olvidar", recuerda Darío Moreno, fan confeso de Charly. Antes de actuar, el músico había declarado a LA GACETA: "los argentinos crean ídolos para después poder destruirlos". Hoy, luego de una travesía por el infierno, Charly se pasea con la categoría de un ídolo capaz de evitar la destrucción.
Nacido Carlos Alberto García Moreno el 23 de octubre de 1951, es uno de los referentes máximos del rock en español. La riqueza de sus composiciones y la profundidad de sus letras lo elevan al Olimpo de nuestra música popular, a la altura de Astor Piazzolla, Homero Manzi y Atahualpa Yupanqui. Y no es una exageración.
Desde muy joven puso su poesía al servicio de la música y su "revolución" en tiempos en que fueron por demás difíciles. Desde el juvenil Sui Genéris, junto a Nito Mestre, Charly le abrió la cabeza a más de una generación, con "Natalio Ruiz, el hombrecito de sombrero gris" y temas que aún perduran y son de culto como "Confesiones de invierno", "Canción para mi muerte" o "Necesito". Otra banda emblemática -Serú Girán- y la extraordinaria carrera solista posterior terminaron de delinear su riquísimo perfil artístico.
En Tucumán, Charly también dejó una huella imborrable a lo largo de varias visitas (y algún folclórico escándalo). Muchos recuerdan aquel emblemático recital en 1977, cuando se presentó con La máquina de hacer pájaros. "Fue una noche mágica, que no sólo incluía esa música maravillosa, sino también el histrionismo de esos artistas irrepetibles", comentó Lucrecia Molina (tenía 17 años cuando asistió al recital).
En 1986, Charly se presentó junto a Pedro Aznar en Villa Luján. Esa noche volvió a repetirse la magia. "El espectáculo era una mezcla de tangos y de rock, pero los músicos lo transformaron en una experiencia imposible de olvidar", recuerda Darío Moreno, fan confeso de Charly. Antes de actuar, el músico había declarado a LA GACETA: "los argentinos crean ídolos para después poder destruirlos". Hoy, luego de una travesía por el infierno, Charly se pasea con la categoría de un ídolo capaz de evitar la destrucción.
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