Los cordobeses no se terminan de copar

Los cordobeses no se terminan de copar

Brasileños y paraguayos protagonizaron una fiesta en la provincia donde, hasta el momento, el certamen resulta indiferente.

EXPLOTÓ. El estadio estuvo colmado de gente. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA (ENVIADO ESPECIAL) EXPLOTÓ. El estadio estuvo colmado de gente. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA (ENVIADO ESPECIAL)
10 Julio 2011
CÓRDOBA (Leo Noli, enviado especial).- Elvis saca de su saco ostentoso una peineta amarilla, gigante. Sonríe demasiado exponiendo su bigote falso, pintado con un corcho bien adobado y ensaya una mueca para la foto. Es un modelo el amigo. No habla, pero se hace entender a puro movimiento. A la segunda toma, muestra un cartel promocionando el Mundial de Brasil 2014 y cambia la forma antes de encarar una tercera y definitiva placa.

Alrededor del estadio del "Matador" se siente el clima de fiesta. Lo envuelve cual taco mexicano y abraza tanto a brasileños como paraguayos. Las dos banderas hacen cola y fila india mientras se chicanean con el mejor humor del mundo. No hay piñas ni revueltas, y eso que el templado mediodía invitó a varios a refrescar el cuerpo con cerveza y otros placeres dignos de un hombre sin responsabilidades.

El disfrute es de esta gente, de la que llenó la cancha, de la que renegó, bailó y hasta cambió trapos con desconocidos. Pero, si el auto comienza a perder de vista al modernísimo estadio "Mario Alberto Kempes", el panorama es otro. Elvis no existe, las camisetas menos y el brillo de un día de fútbol de América ni por asomo.

La soledad invade cual ataque masivo el día a día de los cordobeses. El aire de copa no se copa con la actualidad. Falta brillo, quizás color. Viejos zorros del asfalto, amigos de minutos y fieles confesores de vaya a saber cuántos entuertos, los taxistas reflejan la escasa euforia de albergar semejante evento.

"No pasa nada. Sé que se juega acá, pero mucha bolilla no le doy. Mirá cómo está esto; no hay un cartel. El centro no dice nada y en la plaza, donde los levanté a ustedes, salvo por esa carpita que dice Copa América, nada de nada", hace su reseña José, el primer compadre conductor que cruzó palabras con LA GACETA antes de cambiar de humor y pensamiento al ver el circo que rodeaba al ex Chateau.

Horas antes, Claudia, una gordita vestida de salvadora, está enojada. "Cómo querés que uno se prenda en esto si la Selección no acompaña. Te aburre y quita cualquier motivación", dice indignada la volante. "Messi, todo Messi, pero el pobre pibe no tiene la culpa de nada. Me parece que ni el técnico ayuda", describe ahora sí completamente molesta Claudia.

"¿Ves? Dónde dice que córdoba recibirá cuatro partidos. Te aseguro que en la terminal ni un cartel había tampoco". Ella tiene razón, salvo una especie de ayuda memoria, las chicas de turismo estaban en "Pampa y la vía". "Ay, estos de la Copa. No nos dijeron nada, aparte de dejar estos panfletos informativos. Disculpame, pero no tengo idea donde queda el centro de prensa", se excusan desde Turismo en la estación de buses.

La cosa cambia en el Cabildo. Allí está todo aceitado, a mil, con mucha predisposición para colaborar y ayudar al periodista perdido. Todo ordenadito y hasta se podría decir perfecto. Los periodistas, salvo el típico mamarracho que va por todo sin haber presentado nada como la ley lo decía, conformes.

Juan, un fanático de Instituto prefiere no hablar de Argentina ni del show. "Esto es todo verso. Desde nuestro equipo que da pena, hasta Batista, Grondona y todos los que los rodean. Hermano, no puedo ver a la Selección, porque me hace mal, juega mal. Ni loco pierdo tiempo en ver el partido del lunes; me amargo", lamenta el hombre y aprovecha el respiro para limpiar unos anteojos con aumento tan profundo como la base de una botella de vidrio.

Es hora de entrar en calor nuevamente. El sol, escondido, entre nubes blancas y grises, anima a los madrugadores. Elvis se cruza con otros socios, aunque estos tienen pinta de mariachis con sobreros gigantes de goma espuma. Se prenden en un mano a mano con un canal de TV de allá, bailan y brindan por la resurrección, por a un Brasil ganador y arrollador.

El sueño se repite, aunque cuerpo adentro de cada uno de los argentinos que hacen lo imposible por no soltarle la mano a un plantel machacado por dos tropezones impensados.

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