Los jóvenes y las transformaciones del mundo laboral

Los jóvenes y las transformaciones del mundo laboral

por Josefina Doz Costa, Licenciada en Sociología - UBA.

30 Abril 2011
Pensar a los jóvenes y su relación con el trabajo implica hoy detenerse en dos asuntos. Por un lado las subjetividades, como mecanismos que articulan el proceso de construcción del mundo social y de configuración de universos de sentido. Por otro, el Estado, en relación a la históricamente conflictiva relación entre el capital y el trabajo. El Estado, por acción u omisión, señala su modelo: el lugar que planea para los ciudadanos y los caminos para llegar.

"La juventud" fue caracterizada largamente como etapa de preparación para la vida adulta, que arrancaba con la obtención de un empleo. Hoy es pensada como un período vital, con características propias y no como un tiempo de espera o de pasaje; pero, fundamentalmente, como una realidad no homogénea sino diversa, según sectores sociales y contextos: es necesario hablar de "juventudes".

Con estos parámetros, analizar las transformaciones en el mundo del trabajo implica identificar la mutación de condiciones objetivas y también la transformación de subjetividades. El modelo agroexportador, con el famoso estudio encargado por Roca a Bialet Massé, habla de un Estado que a lo sumo buscó conocer para controlar. Con el modelo de industrialización, el Estado entra a regular la relación capital productivo-trabajo, y el salario cumple la función de sostener la reproducción de la clase trabajadora, fundamental para el desarrollo del modelo. Es la sociedad salarial de R. Castel. El modelo de valorización financiera iniciado a mediados de los 70 y profundizado en la década de los 90, implicó una retirada del Estado de ese lugar y el desarrollo de un modelo que no necesitó garantizar el salario para la reproducción ni para el consumo. Un modelo que midiendo la pobreza (en relación a ingresos necesarios para la reproducción), dio a luz al trabajador-pobre. Un modelo que pudiendo prescindir de muchos, habló cada vez más de pobres y cada vez menos de trabajadores. Un modelo excluyente.

Estadísticamente, los jóvenes (en especial de sectores vulnerables) son los que más sufrieron la transformación de las condiciones del trabajo (en su forma clásica). Son, proporcionalmente, los más flexibilizados, precarizados y desocupados. Pero esas categorías no son unívocas: ellos son también hijos de una sociedad complejizada.

"Trabajar" es concebido por muchos jóvenes como una actividad que se confirma en el día a día. Inventarse el trabajo a diario es una práctica en la que se socializaron miles de jóvenes argentinos: pasear perros, organizar fiestas, hacer changas, cuidar niños o adultos, conseguir un contrato breve, dar apoyo escolar, han sido y siguen siendo parte de su universo laboral. El trabajo para los jóvenes, especialmente para aquellos con menor capital social y cultural, no se halla vinculado hoy necesariamente a la producción, ni es percibido como aquello que implica una regularidad, ni está mediado por la idea de remuneración por una tarea y, en muchos casos, no encuentra límites entre lo legal y lo ilegal.

Hoy, miles de jóvenes, en algunos casos tercera generación de desempleados, no son interpelados por la tan mentada "cultura del trabajo" pues no han construido vinculación subjetiva (ni práctica) con "ese" trabajo constitutivo de "esa cultura". Asistimos a la desestandarización de los modos de concebir y vivir el trabajo.

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