En 1933 llegó el muralismo al país, y los artistas cambiaron el pincel por el aerógrafo

En 1933 llegó el muralismo al país, y los artistas cambiaron el pincel por el aerógrafo

El filme "El mural" cuenta una de las historias que rodea a la obra de David Siqueiros

EN EL SOTANO. Los artistas pintaron en la finca de Natalio Botana. EN EL SOTANO. Los artistas pintaron en la finca de Natalio Botana.
No fue casualidad que la historia fuera llevada al cine. El "Ejercicio plástico" que realizó el pintor David Siqueiros en la década del 30 en Buenos Aires, en el sótano de la finca que tenía en Don Torcuato Natalio Botana, se parece a una entretenida novela de ficción, en la que afloran las pasiones encontradas. Hasta aquí, una de las historias que es la que relata la película de Héctor Olivera, "El mural", programada en el Festival Tucumán Cine 2010.

La otra historia es el derrotero de esa obra cuando murió su poseedor, uno de los hombres fuertes de la década infame, director del diario "Crítica" y amigo personal del entonces presidente Agustín P. Justo.

Su último propietario decidió rescatar el mural y en la restauración la superficie fue adelgazándose desde el exterior hasta ser reducida a 10 milímetros de espesor, blindada con una resina sintética de alta resistencia. Este rescate se organizó inicialmente con la intención de comercializar el mural, por lo que se lo dividió en trozos para introducirlo en dos contenedores. Pero posteriormente los problemas judiciales evitaron la venta, y en 2003 Néstor Kirchner lo declaró "bien de interés histórico artístico nacional". O sea que no podía ser sacado del país. En los actos del Bicentenario, Cristina Fernández deKirchner reinauguró el mural en la llamada Aduana Taylor (en la plaza Colón, a metros de la Casa Rosada), tras una restauración que costó U$S 600.000. Más allá de los avatares que sufrió la obra, desde el punto de vista artístico fue la primera vez que los artistas argentinos recurren al muralismo, porque el mexicano Siqueiros contó en 1933 con la colaboración de Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Lino Spilimbergo.

Por un lado, entonces, se pasa de la tradicional pintura de caballete a la novedosa muralista; pero también es necesario advertir que, a diferencia del muralismo mexicano que ocupa los espacios públicos, en este caso Siqueiros inaugura su "primer mural monumental interior".

Además, los artistas cambian el pincel por el aerógrafo, el boceto por la fotografía y el cine, el óleo por las resinas sintéticas y el banco académico, que otorga un punto de vista arbitrario, por la trayectoria lógica que recorre el espectador. Su entusiasmo por estas nuevas técnicas contribuyó a que el mural fuera pintado rápidamente, pero lo realmente importante es que la resistencia de los materiales empleados -piroxilina y silicato- fue decisiva para el destino de la obra.

Siqueiros creó un orden diferente en el sótano, alterando y modificando la topografía del terreno, transformando la obra en una verdadera ambientación, más propia de los años 60. A través de un truco visual produce el efecto de una caja de vidrio sumergida en el agua, y se está como en una burbuja.

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