Este Boca de Basile perdió hasta la memoria

Este Boca de Basile perdió hasta la memoria

El conjunto de Rivoira conoce el libreto a la perfección.

CAMBIO Y PERDIO. Basile resignó sus códigos futbolísticos y le fue mal. Su equipo dejó una pálida imagen. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO CAMBIO Y PERDIO. Basile resignó sus "códigos" futbolísticos y le fue mal. Su equipo dejó una pálida imagen. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
13 Septiembre 2009
En Atlético nadie se siente estrella, pero todos saben que son útiles. Héctor Rivoira armó un equipo que sabe cómo moverse en el campo. Tiene una estructura futbolística y la expone en cada presentación. Es un equipo y eso, en un deporte colectivo como el fútbol, pesa más que el aporte individual. Boca es la otra cara de la moneda. Está lleno de estrellas, pero no funciona como equipo. Y cuando sus figuras son eclipsadas, no sabe qué camino tomar.
El local ganó el partido de punta a punta. Y comenzó a dominar a su rival desde el vestuario. Tácticamente, Rivoira sabía cómo debía jugar.  Mantuvo su esquema habitual. La única pieza que movió fue obligada por la ausencia de David Drocco. Y lo reemplazo con César Montiglio, que conoce el libreto a la perfección. No inventó nada. No necesita hacerlo. El resto lo dejó en manos de sus dirigidos, que se encargaron de poner en escena una actuación casi perfecta. Así construyó una victoria que los "decanos" no olvidarán fácilmente.
Boca fue pura confusión. Alfio Basile pregona el equipo de memoria, pero esta vez el que perdió la memoria fue el equipo. El "Coco" resignó la idea de jugar con el esquema tradicional que caracterizó su trayectoria de técnico. La defensa fue elástica. Por momentos marcó con cuatro y de a ratos lo hizo con tres.
El que más sufrió fue Fabián Monzón, que nunca encontró su posición en el campo de juego. No sabía si tenía que ser lateral por izquierda o moverse como carrilero. Arriba, resignó el delantero por afuera. Lesionado Pablo Mouche, se inclinó por Lucas Viatri, lo juntó con Martín Palermo y dejó a Ricardo Noir en el banco. Con dos torres arriba, el centro fue una tentación. Pero nadie desbordó. Además, juntó a Guillermo Marino con Román Riquelme para jugar por abajo. Las consecuencias están a la vista: Atlético ganó sin discusión y Lucas Ischuk tuvo una noche tranquila.

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