

Muy pocos recordarán quién era Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes. Y menos aún, cual era el significado del singular apodo con el que popularmente era conocido el desaparecido genio de la comedia mexicana, Cantinflas.
Según cuenta una versión del ensayista azteca Carlos Monsiváis, el apodo de Cantinflas se originó con una leyenda con la que el propio cómico ya fallecido estaba de acuerdo. El joven Mario Moreno solía intimidarse con asiduidad por el pánico escénico, antes de que surgiera a la consideración y consagración pública y mundial. En un ensayo que estaba efectuando una vez en la carpa Ofelia, de su país, olvidó su monólogo original y comenzó a decir lo primero que se le venía a su mente en una completa emancipación de palabras y frases, que se constituyó en una brillante incoherencia.
Los asistentes lo atacaron con la sintaxis y Cantinflas se dio cuenta que el destino había puesto en sus manos la característica distintiva de su estilo: la manipulación del caos. Semanas después, se inventó el nombre o apodo que marcó su invención. Alguien, molesto por las frases sin sentido gritó: “cuánto inflas” o “en la cantina inflas”, la contracción se creó y se convirtió en la prueba del bautismo de Cantinflas.







