

Apodo es un vocablo masculino, que el diccionario de la Real Academia Española define como nombre que suele darse a una persona, en sustitución del propio, normalmente tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia. La palabra apodo proviene del latín apputare (evaluar o comparar) el cual a su vez proviene del verbo putare (pensar).
La idea del apodo era poner un nombre a cosas abstractas para poder compararlas o ponerles un valor. Una idea muy parecida al X e Y utilizado en álgebra. Aun cuando existe esta palabra derivada del latín y se escribe sin acento gráfico, si a este se le agrega a la “a“ tenemos una palabra derivada del griego: ápodo, que significa sin pies.
“Los motes o apodos por lo general surgen en el seno familiar o en la escuela. Se los utiliza para diferenciar a los homónimos de una generación con los de otra. O para diferenciarse entre ellos. Son diminutivos o derivados de los nombres, y por lo general denostan afecto. En la escuela algunos tienen origen en un defecto, yerro o característica física, aunque no son maliciosos pueden ser hirientes o crueles”, explicó la profesora Elena Rojas Mayer, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.
“Tenía un compañero en la escuela primaria que sufría de vitiligo. Pero sólo se le notaba en una parte de rostro. Su íntimo amigo y compañero lo rebautizó ‘santo descascarado’. Era un poco fuerte pero él no se enojaba, porque decía que no lo hacían para herirlo sino para distinguirlo”, contó Cecilia Manssone, docente de Geografía en un colegio privado.
“El apodo es una forma socialmente permitida de atenuar la agresividad y la tensión social”, explica la psicoanalista Aracellis Ortiz y se explaya en aclarar por qué las personas tienden a remitirse a los apodos. “No se puede pensar la cultura sin un malestar social. Además, la presencia del otro genera una tensión agresiva, debido a los límites que impone a nuestras aspiraciones personales”, dijo.
“Los apodos tramitan la agresividad propia de todas las personas, pero el humor al que apelan la atenúa, y de ese modo se posibilitan los intercambios sociales y se congrega a las personas”, resaltó la directora del Hospital de Salud Mental Nuestra Señora del Carmen.
“El apodo bien logrado hace las veces de una solapa a la agresividad que se ve compensada a través del humor. Pero cuando hay exceso en el apodo, queda al desnudo la agresividad humana”, remarcó Marcela Pinello Araujo. “Por lo general esto ocurre en las escuelas primarias. Los niños suelen atacar a un compañero constantemente y, en estos casos, el humor, la gracia y la risa quedan excluidos del proceso”, aclaró la licenciada en trabajo social.
En todos los niveles sociales existen apodos. Incluso hay personas que son más conocidas por su apodo que por su nombre.







