

Los adultos mayores son los más propensos a ser víctimas del malhumor crónico. Los famosos cascarrabias, que reniegan y se quejan por todo. Influye de manera sustancial el hecho de carecer de proyectos de vida y si no se preparan al cumplir sus ciclos laborales, es decir al jubilarse, pueden quedar atrapados en la mufa o la malaonda.
“Después de trabajar 43 años en el Estado decidí jubilarme. Estaba cansado y ansioso por retirarme. El día qué lo hice disfruté, pero a los siete días comencé a deprimirme. No sabía que hacer con mi tiempo y sentía que sobraba en todas partes. Era como si hubiera perdido mi lugar. Aun más, comencé a discutir con amigos, familiares y hasta con mis hijos. No soportaba los ruidos. Hasta que comencé a desarrollar un proyecto de vida a corto plazo. Cambió mi vida y mi humor”, explicó Constanzo Castro, de 68 años.
“Es importante que quienes dejan la actividad laboral comiencen a resprogramarse física, mental y gastronómicamente para que los años que les queden sean gratos y placenteros”, opinó el gerontólogo Juan Bautista Amado.
“Las enfermedades como las afecciones cardíacas, la artritis, el cáncer, la depresión, la diabetes, la osteoporosis, la pérdida de la memoria y la soledad, el insomnio y el estrés motorizan el mal humor”, agregó el profesional.
El terapeuta de adultos Antonio Viñuales recomienda a sus pacientes que no se encierren en sus casas (es lo peor que pueden hacer). “Deben salir a caminar y a ofrecer sus servicios voluntarios a un hospital. El devolver a la sociedad lo que aprendieron y transmitírselo a los estudiantes los hace sentirse útiles. No deben apoltronarse frente al televisor. Es conveniente que realicen actividad física o ejercicios -al que le guste- desde caminar hasta alguna otra disiciplina. Naden, escriban, viajen, lean un mínimo 15 minutos, pinten, armen. Tomen clases de yoga, vayan al cine, consigan una mascota, armen rompecabezas, bailen, canten (aprendan de memoria seis canciones) pedaleen, o empiecen a tocar un instrumento. No son un florero inerte, pasivo”, subrayó. “Asimismo -agregó el doctor Amado-, el conseguir una computadora y entrar a internet, también puede ayudarlos a descubrir otro mundo y otras posibilidades. Ellos mismos deben valorarse”.







