El divorcio puede asumirse como un fracaso

De acuerdo con la opinión del presidente de la Red de Padres, el incremento de las rupturas es un indicador de que hay crisis social.

ADIOS, AMOR. La dificultad de llevar adelante un proyecto de vida de a dos, en equipo, conduce inevitablemente a la ruptura de la relación. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO ADIOS, AMOR. La dificultad de llevar adelante un proyecto de vida de a dos, en equipo, conduce inevitablemente a la ruptura de la relación. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO
04 Mayo 2008
“El peor fracaso que enfrenta una persona es el de la ruptura matrimonial. Sus implicancias son variadas, en los cónyuges: desequilibrio e inestabilidad afectiva, estrés agudo, disminución en el rendimiento laboral y profesional, dificultades de relación en la vida social, mayores costos. En los hijos: déficit en la conformación de la personalidad, caída en el rendimiento escolar, predisposición a las adicciones y a la violencia, temor a asumir vínculos sociales estables; en el resto de la familia: preocupación y atención desmedida, conflictos, alteración en los ritmos de vida; solo por señalar los principales”.
La opinión de Juan Pablo Berarducci, presidente de la Red de Padres, es terminante. Sostiene que se puede comparar con la economía. Cuando el índice de quebranto de empresas se incrementa sensiblemente, decimos que la economía nacional está en crisis. Esto produce caída del producto bruto, desocupación, crisis social. La crisis de amor entre un hombre y una mujer unidos en matrimonio es un quebranto. El incremento de estos fracasos, a juicio de Berarducci, produce un alto sufrimiento social. En consecuencia, cuando la inestabilidad de los matrimonios aumenta, la calidad de vida de una sociedad disminuye. Por ello es que considera que la estabilidad matrimonial es directamente proporcional a la salud física y psíquica de la población.
“Los estereotipos masculinos y femeninos que hoy se promueven y fomentan, como conductas socialmente aceptadas, impactan negativamente en el amor entre el hombre y la mujer -agregó-. Se tiene miedo a amar de verdad, a amar inteligentemente. El amor ha sido hoy reducido a un engañoso egoísmo de a dos: buena genitalidad, nivel aceptable de consumo, reconocimiento social y pasarla bien, tranqui".
El dirigente señaló que el amor ya no es concebido como servicio, entrega y donación fiel al otro (cónyuge) y en él a los hijos, consecuencia de ese amor. La atracción varón-mujer que manifiesta la necesaria y rica complementariedad que se plenifica en la unión amorosa "del uno para el otro" es sustituida por la confrontación varón-mujer y la dificultad de pretender llevar dos proyectos de vida en paralelo, en vez de uno entre los dos.
“¿No estaremos dando un mensaje muy pobre a las nuevas generaciones acerca de la infinita capacidad escondida que alberga el hombre cuando es capaz de vivir plenamente, de entregarse, de donarse, de completarse con esa unión única y exclusiva que es el matrimonio? -planteó-. ¿No lo estamos condicionando, indirectamente, cuando lo primero que le mostramos es el modo fácil, la salida de emergencia, antes de haberle dicho que ellos son capaces de tener éxito en la empresa que da mayores ganancias en esta vida? ¿No será que no les estamos enseñando que las crisis son parte de la vida, y que crisis es igual a crecimiento, y que muchas, la mayoría, se generan, simplemente, por problemas de comunicación?”
Finalmente, dijo que el matrimonio es el crisol donde se forjan hombres y mujeres adultos, base necesaria de toda sociedad: “Si no aprendemos a dialogar (escuchar y decir) entre dos, ¿cómo esperamos que una comunidad política pueda llegar a entenderse?”

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