La convivencia exige tolerancia de ambas partes

Hoy los varones jóvenes prefieren cambiar de pareja antes que intentar salvar la relación, según observa una terapeuta.

OBJETIVO. El matrimonio era una meta de todas las parejas de novios. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO OBJETIVO. El matrimonio era una meta de todas las parejas de novios. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO
04 Mayo 2008
Desde que eran adolescentes, Fernanda y Daniel disfrutaron de un noviazgo feliz. Ella recuerda que lo conoció durante unas vacaciones en San Pedro de Colalao y les bastaron unos días de salir juntos para darse cuenta de que eran el uno para el otro. “Estábamos en el colegio. Nos veíamos una o dos veces por semana. Era una época en que los chicos no salíamos tanto ni volvíamos tan tarde a casa -contó Fernanda-. Igual disfrutábamos juntos el tiempo libre que nos dejaba el estudio y hacíamos planes. Cuando nos imaginábamos el futuro, todo parecía color de rosa”.
Una vez terminada la secundaria, ambos se plantearon sus objetivos: hacer una carrera universitaria, recibirse, comenzar a trabajar, y casarse. “Pensábamos que antes del matrimonio formal íbamos a convivir un tiempo para probar, aunque en esa época (los años 80) todavía no se acostumbraba tanto como ahora", aclaró Fernanda.
Todo salió casi perfecto. Los inicios de los años 90 los encontraron estrenando título, trabajo y departamento. Los primeros meses fueron una suerte de luna de miel. Pero después las pequeñas miserias de la cotidianeidad fueron minando la relación.
“Habíamos sido novios durante más de diez años, pero a los seis o siete meses de convivir nos dimos cuenta de que la relación bajo el mismo techo era distinta de lo que hab[ia sido antes”, relató la mujer, que hoy tiene más de 40 años y disfruta de la familia que formó pocos años después de separarse del que fue el amor de su vida.
“Me di cuenta de que no bastaba con amarse para poder compartir la vida. Las cosas de todos los días nos obligan a mostrar aspectos de nosotros mismos que el otro no conocía. A su vez, uno descubre en el otro cosas que no imaginaba y se va decepcionando. Igual, siempre voy a recordar con una gran felicidad y nostalgia el noviazgo que viví en mis tiempos de estudiantes -dijo emocionada-. Y creo que él debe sentir lo mismo”.
En opinión de la psicóloga Natalia Reyes, sexóloga y experta en terapia de pareja, hoy los jóvenes no suelen mantener noviazgos tan largos y se separan con mayor facilidad porque nuestra sociedad actual tiende a lo descartable, incluso en las relaciones amorosas.

Huyen del compromiso
“En la práctica de consultorio veo con mucha frecuencia una falta de tolerancia a la frustración y al compromiso -explicó Reyes-. El joven de hoy no quiere complicarse la vida. No tolera tener que atravesar ciertas crisis ecónomicas o amorosas. Inmediatamente quiere cambiar y mirar a otro lado. Le resulta mucho más fácil sustituir. Busca aquello que no requiera demasiadas responsabilidades”.
La psicoterapeuta observa una mayor falta de compromiso en los varones que en las mujeres. Ellos no quieren hacerse más problema y prefieren el cambio. Ni siquiera concurren a las terapias para tratar de salvar el matrimonio. “En la mayoría de los casos es la mujer la que quiere resolver la problemática. Al hombre, en general, le resulta más fácil y atractivo cambiar -señaló-. Estamos en la época de la inmediatez. Se tiende a sustituir aquello que causa problemas”.
Entre los motivos que precipitan las crisis se destaca la intolerancia del varón ante las demandas de la mujer. “Por ejemplo, ellas afirman que él se vuelve poco cariñoso, no dedica tiempo a la salida con la mujer y la sustituye con el grupo de amigos. La mujer se encuentra muy sola y comienza demandar atención -explicó-. Entonces el hombre huye de esa demanda, que va acompañada de la sospecha de infidelidad”.
Por otra parte, la psicóloga destacó que un divorcio o una separación no deberían considerarse un fracaso. “Poder elegir siempre es positivo. Aunque en realidad habría que preguntarse por qué se da el divorcio. Creo que no sólo se debe a una falta de tolerancia, sino también a que se vive muy aceleradamente el noviazgo -aclaró-. Muchas veces se agotan las instancias del matrimonio en el noviazgo. Se convive más apresuradamente. El joven se cansa de lo mismo y quiere buscar nuevos horizontes”.
Reyes mencionó que la sociedad ofrece muchas facilidades para que un joven, desde la adolescencia, tenga una vida sexual muy activa. Por eso se cansan rápidamente y quieren cambiar. La profesional afirmó que todo cambio de estado -casamiento o separación- tiene que ser acompañado por una psicoterapia, porque todo cambio implica crisis. “Uno muchas veces no tiene la capacidad o la fuerza necesaria para afrontarlo solo”, dijo.

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