Cuando las parejas se conocen bien, sufren menos desencantos al casarse

Un sacerdote católico opina que muchos noviazgos se sostienen sólo por la relación sexual y que no cultivan otro aspecto del amor, como el diálogo y la tolerancia.

04 Mayo 2008
Algunos divorciados culpan a la Iglesia de privarlos del derecho a separarse y volver a contraer matrimonio. El sacerdote Gustavo Pedro considera que la Iglesia debe aconsejar siempre tratar de salvar el matrimonio, aunque admite que cada situación es particular.
"El derecho canónico también dice que cuando la convivencia es insostenible, lo primero que se busca es la separación de hecho y después, si la situación persiste y no hay posibilidad de cambio, hay engaño o violencia, se produce la separación de techo -explicó-. Pero sólo en casos especiales, cuando está en riesgo la integridad de la persona. Jamás podríamos aconsejar que una pareja se separe porque uno de los integrantes ya no siente tanto amor como al principio".
Pedro sostiene la importancia de que las parejas se conozcan bien antes de casarse, no tanto en el aspecto sexual sino en lo relacional. "No hay que empobrecer al amor reduciéndolo a la parte física. El amor es mucho más. Que la pareja pueda dialogar, pueda confiar, saber que cuentan uno con el otro -dijo-. Muchas veces las parejas se apresuran a casarse para poder tener intimidad, pero después se dan con que no se han conocido lo suficiente. Hay desencantos que quizás sean propios de la vida matrimonial, pero que no son bien asumidos, con la suficiente tolerancia". El religioso señaló que muchas parejas se mantienen sobre la base de lo placentero de la relación sexual. "No está mal, pero no es lo único que debe unir a la pareja. Cuando baja el fervor del deseo, se encuentran con que no hay sostenimiento en otros aspectos -afirmó-. Se produce un gran desencanto que los lleva a buscar satisfacción con otras personas".

Un fenómeno que abarca el continente

Un reciente estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) concluyó que los matrimonios pierden interés en su pareja al cabo de cinco años de vida en común. También descubrieron que el número de parejas que contraen nupcias es cada vez menor. Lo mismo ocurre en Buenos Aires, de acuerdo con un informe publicado hace pocos meses.
Por ejemplo, en la Capital Federal, hace 20 años había un divorcio cada tres casamientos. Ahora hay un divorcio cada dos enlaces. Además, bajó la edad de los que se separan. En los 80 la mayor parte tenía más de 50 años, y ahora tienen entre 35 y 45. Suman menos tiempo de matrimonio (de dos décadas bajó a una), y tienen hijos menores de 8 años.
Las relaciones conyugales tienden a las uniones de hecho, que implican menor formalidad y estabilidad. Se trata, para los investigadores, de una expresión de la crisis del matrimonio como institución social.

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