Relaciones efímeras
Según Alvaro Colombres, es un beneficio que los romances de verano tengan un pronto final. “Me gustan porque no hay compromisos, conocés a alguien y salís las veces que querés, no hay presiones, no tenés que cumplir con protocolos, ni eventos familiares y si te cansás... ¡sabés que ya se termina rápido y que vas a zafar!”
Intercambio de datos
Verónica no quería desligarse: “Yo no tenía internet así que le pedí la dirección de su casa. Le escribí ocho cartas, pero ninguna llegó a destino. El correo me las devolvió un año y medio después. Fue peor porque yo me había resignado a pensar que él no quería saber nada, pero me di cuenta de que nunca recibió noticias mías. Quizás se mudó o anotó mal la dirección”.
Despedidas
No siempre los finales son terribles. Romina Sosa tenía 19 años cuando conoció a Eduardo, de 22. Pasaban las vacaciones en San Pedro de Colalao; cada uno con amigos. “Terminadas las vacaciones, la relación empezó a romperse. Nos vimos sólo una vez más cuando vino a mi casa con todo el grupo de vacaciones. Aunque nos escribimos mails no duró más de dos semanas. Fui a bailar con mis amigas y conocí un chico más lindo y más interesante”, dice entre risas.