BUENOS AIRES.- Cristina Fernández de Kirchner asumió la presidencia de la República Argentina al recibir de manos de su esposo, Néstor Kirchner, y entre lágrimas los atributos del mando, en un traspaso de poder inédito para la región. Ante la presencia de líderes de todo el continente en el Congreso de la Nación, Fernández, de 54 años, juró por “Dios, la patria y los Santos Evangelios” como la primera mandataria mujer surgida de las urnas en la historia argentina.
Luciendo un sobrio vestido blanco, la nueva presidenta se comprometió a continuar con la lucha contra la pobreza que inició su esposo cuando asumió en el 2003, y prometió seguir el ejemplo de lucha de Eva Perón. Convocó al diálogo a todos los poderes y sectores sociales, pero sentó posiciones fuertes sobre los temas centrales de la gestión que inicia, entre ellos, el Pacto Social y el conflicto con Uruguay por las papeleras. La flamante jefa de Estado aprovechó su discurso inaugural -que le insumió 50 minutos de una oratoria impecable, pese a que no lo leyó- para resaltar la figura de su marido, a quien agradeció por compartir el mismo proyecto político.
“Nunca aprendí el protocolo”, había admitido minutos antes, entre risas, Kirchner cuando se aprestaba a colocarle la banda presidencial a su esposa, a la que miró fijamente a los ojos al traspasarle el bastón de mando, antes de firmar el acta protocolar que rubricó la asunción de Cristina. Al dirigirse a la Asamblea Legislativa -la sesión conjunta de las cámaras de Diputados y del Senado-, Cristina Kirchner definió el Pacto Social como las grandes metas que intentará alcanzar su administración en los próximos cuatro años, hasta 2011.
“No soy presidenta para convertirme en gendarme de la rentabilidad de empresarios o para ser parte de una interna sindical o política”, advirtió, situándose en medio de los hombres de negocios y los gremialistas.
Además de ratificar el reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas, Cristina pidió a los legisladores nacionales que la escuchaban discutir y debatir con memoria histórica.
Destacó como el honor más grande el hecho de haber llegado al Ejecutivo nacional y ratificó su posición a favor de una construcción política social y económica diferente. De todas formas, admitió: “siempre va a faltar la victoria definitiva mientras haya un pobre en la Patria”. Luego, defendió el modelo económico de acumulación con inclusión y matriz productiva diversificada. Al referirse a la reconstrucción del Estado, les advirtió a los empresarios que “tienen también la obligación moral de construir un país distinto” y exhortó a que “cada uno se haga cargo de la (responsabilidad) que le corresponde en la construcción de una sociedad diferente”.
Valoró la actualidad del Parlamento al destacar que los senadores y diputados lograron recuperar el equilibrio, el rol constitucional.
Al referirse al Poder Judicial, destacó con fuerza la conformación actual de la Suprema Corte, a la que definió como honorable, aunque pidió igualdad tributaria para todos los argentinos, en clara referencia al Impuesto a las Ganancias que no alcanza a los jueces. Además, pidió que durante su mandato finalicen los juicios contra “quienes fueron responsables del mayor genocidio de nuestra historia”, en referencia a la última dictadura militar. “Se lo debemos a quienes fueron las víctimas, a sus familiares, a las Abuelas, a las Madres, a los sobrevivientes que no pueden seguir estando sometidos a la tortura del relato permanente de la tragedia, y también a las Fuerzas Armadas para que de una vez y para siempre se pueda separar la paja del trigo y podamos todos volver a mirarnos a la cara”, definió.
Defendió con fuerza la educación pública y gratuita, aunque advirtió que no hay financiamiento estatal que valga sin capacitación docente y si los alumnos no estudian. “Faltan muchas cosas, tendremos que corregir otras. Estoy convencida de que lo vamos a poder hacer con el esfuerzo y trabajo de todos los argentinos. Sé que tal vez me cueste más porque soy mujer, pero creo tener la fuerza para poder hacerlo”, expresó sobre el final de sus palabras.
Finalizado el discurso, se trasladó en auto hacia la Casa Rosada, donde tomó juramento a sus ministros. En el camino recibió el saludo de los militantes que coparon la Plaza de los Dos Congresos. Luego, compartió escenario con los artistas que fueron parte de un show musical público. Así, Cristina comenzó con su gobierno. (Reuter-NA-DyN)