El hilo de continuidad entre marido y mujer es el primer dato concreto del período que inició ayer Cristina Fernández de Kirchner. La Presidenta se esforzó en resaltar los logros de su antecesor, a la vez que renovó las reprimendas a los actores sociales con los que polemizó Néstor Kirchner. También siguió el derrotero de su marido cuando trazó un peligroso paralelismo entre el papel de los medios de prensa y la oposición política, por sus opiniones en torno de la controvertida reforma del Consejo de la Magistratura. Lo cierto es que, por su misión, persiguen objetivos diferentes. Los medios examinan críticamente la realidad, pero no se proponen la toma del poder ni el desalojo del inquilino de turno de la Casa Rosada. La oposición sí procura desplazar del gobierno al oficialismo ocasional. El prejuicio presidencial subsiste porque se no aceptan las apreciaciones que divergen del pensamiento dominante. La persistencia en esa visión equivocada genera inquietud. Pudo haber omitido el juicio señalado, pero la desbordó el genio. La responsabilidad de la prensa está centrada en la información veraz y oportuna.