“Nunca olvido una cara. Pero en su caso, haré gustoso una excepción”, dice una irónica frase de Groucho Marx.
En realidad, muchas veces resulta difícil recordar el nombre y la fisonomía de una persona a la que se conoció ocasionalmente, a menos que se encuentre una forma de relacionarla con algo que permita recordar o hacer asociaciones. Cuanto más intensa sea la imagen que se tenga del nombre y de la persona, más fácil será recordarla.
En su “Programa de cuidados informales para la prevención de la salud en la tercera edad”, Arturo Sala y Mabel Núñez recomiendan que al conocer a una persona se proceda de la siguiente manera:
• Hacer una pausa antes de darle la mano, y aprovechar la pausa para concentrarse, aclarar la mente y evitar las distracciones.
• Mirar a la persona a la cara
• Tratar de escuchar su nombre claramente, asegurándose de no saludar a otra persona hasta entender correctamente el nombre.
Sala y Núñez sostienen que la memoria puede ser entrenada a través de pequeños “trucos” dirigidos a mejorar la atención. Uno de los problemas que llegan con los años, es la dificultad para prestar atención a dos o más actividades que se realizan al mismo tiempo.
Consejos prácticos
Para registrar toda la información que nos llega, hay que:
• Organizar una imagen visual del nombre u objeto que queremos recordar.
• Agrupar los recuerdos en listas de temas relacionados.
• Utilizar agendas o anotadores para registrar fechas, datos y nombres importantes.
• Usar reloj con alarma.
• Un cordón para sostener los anteojos.
• Dejar las llaves en un lugar en particular (y siempre en el mismo)
• Utilizar un “timer” para cocinar (como el de los hornos a microondas).
• Tener una carpeta especial para las cuentas a pagar.
• Exponer las cuentas y otras informaciones importantes a recordar en un lugar visible (como en la heladera).
• Tener siempre a mano un anotador con los teléfonos de emergencia (o tenerlos premarcados en la memoria del teléfono, y anotados los números respectivos en el mismo teléfono).
• Guardar los medicamentos en una caja o en un pastillero, anotar las dosis diarias de cada remedio en una libretita y tildarlos inmediatamente después de tomarlas.